Según Alaedin Boruyerdi, jefe de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior de la Cámara consultiva iraní, las negociaciones se deben basar en el "respeto mutuo", las "realidades de la situación mundial" y los "principios reconocidos internacionalmente" para poder llegar a alcanzar resultados.
Boruyerdi recalcó que Irán no cederá "a intimidaciones y al lenguaje amenazante en sus relaciones internacionales", y apuntó que la alta representante europea de Política Exterior y Seguridad, Catherine Ashton, que coordina el G 5+1, "debería haber aprendido ya el tono adecuado para negociar con Irán".
El pasado octubre, Ashton remitió una carta al jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Irán, Said Jalili, encargado de las relaciones con el G 5+1, en la que le invitaba a una nueva negociación, sin condiciones previas, para buscar medidas de confianza que faciliten solucionar el conflicto nuclear iraní.
Previamente, en septiembre pasado, Jalili había señalado a Ashton que Irán estaba dispuesto a una nueva ronda de negociaciones con el G 5+1 (EEUU, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania), tras las que mantuvieron en diciembre de 2010 y enero de 2011 en Ginebra y Estambul, que acabaron en fracaso.
Irán se encuentra en el centro de una tormenta internacional tras la publicación, el pasado 8 de noviembre, de un informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que apunta sospechas de que su programa nuclear tiene una vertiente militar, destinada a fabricar bombas atómicas.
Irán ha señalado que ese informe se ha hecho con datos falsos, al dictado de EEUU e Israel, sus grandes enemigos, y ha negado tajantemente que tenga intención de fabricar bombas atómicas, pero también ha dejado claro que no abandonará su programa nuclear con fines civiles pacíficos.
Además, ha indicado que el Tratado de No Proliferación Nuclear (TPN), que supervisa el OIEA, le autoriza a obtener por medio de sus propias centrifugadoras el uranio enriquecido al 20 por ciento para uso pacífico, que no es útil para fabricar bombas atómicas, y que cumple sus obligaciones con el Organismo de la ONU.
Incluso antes de la publicación del informe, personalidades de Israel y EEUU amenazaron a Irán con ataques militares a sus instalaciones nucleares, a lo que las autoridades iraníes han replicado que, en ese caso, su respuesta sería "aplastante".
Días después de la publicación del informe, el Consejo de Gobernadores del OIEA aprobó una moción redactada por los países del Grupo 5+1 en la que mostraba su preocupación por el programa nuclear iraní.
Tras eso, el Reino Unido, Canadá y EEUU anunciaron nuevas sanciones financiaras contra Irán y la Unión Europea lo hizo más tarde, mientras que Rusia ha señalado que estas medidas no son legales y complican cualquier esfuerzo para entablar conversaciones con Teherán en materia nuclear.
La situación diplomática iraní también se ha enrarecido debido al asalto por parte de elementos radicales islámicos a dos recintos de la Embajada británica en Teherán, el pasado 29 de noviembre, que llevó a Londres a evacuar a todo su personal diplomático y cerrar su legación en Irán y ordenar a los iraníes a que hicieran lo mismo.