DE ENEMIGO A AMIGO INCÓMODO
El investigador iraquí Fanar Haddad, del Centro de Oriente Medio de London School of Economics and Political Science, explica que para Bagdad no ha sido fácil recuperar su posición internacional desde 1990, cuando el entonces presidente Sadam Husein decidió anexionarse Kuwait para controlar sus recursos petrolíferos.
"Primero fue aislado como un Estado paria entre 1990 y 2003. Después de 2003 siguió aislado porque los actores regionales no aceptaron los cambios políticos" que siguieron al desmantelamiento del régimen de Husein tras la invasión estadounidense de Irak.
"El ascenso de los chiíes y la expansión de la influencia iraní en Irak hizo que sus vecinos pensaran que Irak se había perdido" y salido de la esfera suní, explica Haddad.
El experto considera que desde entonces Irak maneja un "inevitable equilibrio" entre Teherán y sus adversarios (los países árabes suníes del golfo Pérsico).
A partir de 2014, Bagdad trató de "corregir" su postura, sobre todo en sus relaciones con Arabia Saudí, pero los intentos quedaron relegados por la lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI), en la que Irán apoyó notablemente.
Actualmente ha renovado los esfuerzos para obtener "un equilibrio en las relaciones regionales, pero sigue siendo difícil debido a los intereses externos que compiten en Irak", que quedaron en evidencia a principios de año cuando EE.UU. asesinó en Bagdad al incluyente comandante iraní Qasem Soleimaní.
Si en los años 80 Irak "era una gran potencia militar en Oriente Medio" y "todos sus vecinos lo temían e imponía su voluntad a algunos Gobiernos árabes, especialmente a los del golfo", ahora "es un país débil que no puede proteger su soberanía", explica el profesor Abdelaziz al Yaburi, de la Universidad Iraquí de Bagdad.
En su opinión, Irak se ha convertido en "un escenario de conflictos y ajustes de cuentas" entre los países vecinos, que interfieren en sus asuntos, como consecuencia de la ocupación estadounidense que incrementó el sectarismo y disolvió el otrora poderoso Ejército iraquí.
EN MEDIO DE UN GOLFO FRACTURADO
Además, Irak se encuentra en medio de un golfo Pérsico dividido entre el eje de las monarquías suníes, frontalmente opuestas a Irán, y los países que mantienen relaciones con Teherán, como Catar, que desde 2017 ha sido aislado diplomática y económicamente por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Egipto.
Según Robert Mogielnicki, investigador del Instituto de los Países del Golfo Árabe en Washington, los países del golfo "se mantienen al margen y buscan ejercer su influencia cuando es posible o mitigar el impacto negativo de los conflictos que tienen lugar en Irak".
"El riesgo que conlleva Irak ahora procede de su evidente debilidad más que de sus intentos anteriores que ejercer la fuerza", agrega el experto.
El nuevo Gobierno iraquí liderado por Mustafa al Kazemi, elegido después de meses de crisis política provocada por el movimiento de protesta que dio comienzo el pasado octubre, ha tratado de acercarse tanto a Riad como a Teherán, al mismo tiempo que mantiene su alianza con Washington.
EE.UU. YA NO ES EL PROTECTOR
Pocos días después de la invasión de Kuwait, Estados Unidos dio comienzo a la operación "Escudo del desierto" con el despliegue de fuerzas en territorio saudí y a la que se sumaría Gran Bretaña y Francia. En enero de 1991, lanzó la campaña "Tormenta del desierto" contra Irak, que duraría 42 días.
Después de derrotar a Sadam Husein en la guerra del Golfo, Washington invadió Irak en 2003 para poner fin definitivamente al gobierno del dictador que representaba una amenaza para Israel y los aliados e intereses estadounidenses en la zona.
La analista kuwaití Dania Thafer, directora del Foro Internacional del Golfo, señala a Efe que mucho ha cambiado desde entonces pero los pequeños Estados como Kuwait siguen temiendo las ambiciones de los vecinos más grandes, sobre todo ahora que EE.UU. ya no garantiza su seguridad.
"Debido al cambio del papel de EE.UU. en la región, los países del golfo se debaten entre mantener la seguridad regional y preservar sus propios intereses de seguridad", afirma Thafer.
"A pesar de que EE.UU. seguirá siendo el principal garante de la seguridad en el golfo, en la pasada década hemos visto un cambio en sus intereses estratégicos en la región (...) y en su compromiso, lo cual ha hecho que los pequeños Estados como Kuwait se sientan inseguros, mientras que los más grandes e Irán se hayan envalentonado", agrega.
Este sentimiento de inseguridad ha hecho que algunos países hayan aumentado sus capacidades defensivas y hayan adoptado una política exterior más agresiva, como en el caso de Arabia Saudí, mientras que Kuwait ha optado por la diplomacia y la neutralidad para protegerse en el delicado equilibrio del golfo.