"He estado en el corazón de Asia y me ha hecho bien. Hace bien entrar en diálogo con ese gran continente, acoger los mensajes, conocer la sabiduría, la forma de mirar las cosas, de abrazar el tiempo y el espacio", dijo el pontífice ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Francisco, que dedicó su alocución a su visita a Mongolia, indicó que le había "hecho bien encontrar al pueblo mongol, que custodia las raíces y las tradiciones, respeta a los ancianos y vive en armonía con el ambiente: es un pueblo que mira al cielo y siente la respiración de la creación".
"Pensando en las extensiones llanuras y silenciosas de Mongolia, dejémonos estimular por la necesidad de ampliar los confines de nuestra mirada, para poder ver el bien que existe en los demás y poder ampliar nuestros horizontes", añadió.
En el vuelo de vuelta de Mongolia, el pasado lunes, el papa reafirmó su gran respeto y admiración por China y sobre el diálogo emprendido para sus relaciones bilaterales, inexistentes desde 1951, y dijo que hay que trabajar “para que los ciudadanos chinos no piensen que la Iglesia no acepta su cultura o valores o que depende de otra potencia extranjera”.
A Mongolia, fronteriza con China, viajaron varios grupos de peregrinos católicos chinos, aunque el Gobierno no permitió salir del país a los obispos en un nuevo revés a la Iglesia.
China y la Santa Sede firmaron en 2018 un histórico pacto entre ambos países para la elección de los obispos, que antes sólo nombraba Pekín y ahora la última palabra la tiene el papa.
Pero desde la firma, sólo seis obispos han sido nombrados por voluntad conjunta, de los cuales dos ya habían sido aprobados antes por las autoridades chinas y ninguno de ellos pudo venir a Mongolia a ver al papa.