En la balsa de la organización no gubernamental destacaban cuatro turbinas eólicas de tres metros de altura cada una junto a tres militantes que cargaban un letrero defendiendo la adopción de las energías renovables y el rechazo a las nucleares.
"Fue una forma de mostrar el contraste entre los dos tipos de energía: la nuclear con su complejidad y peligrosidad, y la renovable con su simplicidad y su respeto al medio ambiente", dijo la coordinadora de la campaña de energía de Greenpeace en Brasil, Rebeca Lerer.
Pese a tratarse de un local de alta seguridad, los militantes mantuvieron su balsa detrás de la línea con boyas que delimita la propiedad para evitar cualquier incidente con las autoridades.
"La empresa mandó dos botes con miembros de sus equipos de seguridad y la policía mandó otro barco. Pero, como no estábamos violando ninguna norma, se limitaron a observarnos", aseguró Lerer.
Greenpeace explicó que la sencilla manifestación pretende cuestionar las millonarias inversiones que Brasil está realizando para retomar su programa nuclear y los pocos recursos que el país destina a explotar el inmenso potencial eólico brasileño.
Según la organización, el gobierno brasileño pretende invertir 9 mil millones de reales (unos 4 mil 017.8 millones de dólares) en la construcción de Angra 3, su tercera planta nuclear, con lo que puede agravar el problema de la basura radiactiva.
Brasil ya cuenta en Angra dos Reis, municipio en el litoral sur del estado de Río de Janeiro, con las centrales de Angra 1 y Angra 2.
Para Greenpeace, la tercera planta representa una "inversión muy alta en una fuente energética que ya se mostró cara, insegura y poco eficaz" y reduce los recursos que pueden ser destinados a fuentes renovables como la eólica.
"Un parque de generación eólica con el doble de la capacidad de Angra 3 (mil 350 megavatios) puede ser construido en apenas dos años con el mismo valor que será invertido en la planta nuclear", asegura la organización ecologista.
Según Lerer, la inversión en fuentes renovables puede ayudar a combatir el calentamiento global y a generar empleos en medio de la actual crisis global.
Pese a los argumentos de Greenpeace, el gobierno brasileño anunció la semana pasada que el 25 de noviembre próximo realizará su primera subasta para escoger concesionarios a los que adquirirá energía generada por parques eólicos.
Los vencedores de las licitaciones serán determinados en función del precio más bajo.
El gobierno calcula que, con las tecnologías actuales, Brasil tiene potencial para generar 140 mil megavatios de energía eólica, diez veces lo que produce la central de Itaipú, que comparte con Paraguay y que es la mayor hidroeléctrica en funcionamiento del mundo.
En 2007, Brasil apenas consumió 559 gigavatios hora de energía generada por sus vientos, lo que supone un 0.1 por ciento de la matriz energética, según datos oficiales.