La noche del viernes 16 de noviembre, la noticia de que por fin se había encontrado el submarino de la Armada argentina Ara San Juan comenzó a esparcirse en la prensa y en las redes sociales en medio de una conmoción.
Hacía apenas unas horas se había conmemorado el primer aniversario de la desaparición de una nave que llevaba a 44 marinos a bordo, entre ellos una sola mujer, Eliana María Krawczyk, la primera submarinista de Sudamérica.
El 15 de noviembre de 2017, el submarino que partió de la patagónica ciudad de Ushuaia dejó de tener contacto con los operadores en tierra cuando estaba en aguas del Golfo San Jorge, ubicado en la provincia de Chubut, a casi mil 400 kilómetros de Buenos Aires, desde donde reportó su última posición.
Después de varios días de incertidumbre, la Armada confirmó que el mismo día de su desaparición se había registrado una explosión en la zona, por lo que la hipótesis más firme fue que el submarino había explotado sin dejar sobrevivientes.
En las primeras semanas se organizó un operativo internacional de búsqueda en el que colaboraron 13 países, pero las delegaciones fueron partiendo conforme pasaron los meses sin que hubiera una pista firme para localizar al submarino.
Mientras tanto, los familiares se coordinaron y permanecieron en una base naval de Mar del Plata, la ciudad atlántica en donde cada tanto recibían información oficial sobre los nulos resultados de la búsqueda, a las que respondían con críticas al gobierno.
Los reclamos fueron subiendo de tono hasta que, a mediados de año, un grupo de familiares se encadenó en la Plaza de Mayo para exigir que el gobierno continuara con la búsqueda de los marinos y terminara de una vez con la indiferencia con la que había abordado la tragedia.
La presión surtió efecto, ya que las autoridades, además de ofrecer una recompensa de cuatro millones de dólares para quien encontrara el submarino perdido, contrató a la empresa estadunidense Ocean Infinity para que continuara la búsqueda.
El nuevo operativo estuvo a punto de fracasar, ya que a fines de octubre la firma anunció que abandonaba la búsqueda y continuarían las labores en febrero, pero de nuevo la indignación de los familiares logró que continuaran sus tareas.
Gracias a esta presión, casi un mes más tarde Ocean Infinity sorprendió a los argentinos al revelar que, contra todo pronóstico, había encontrado el submarino a 907 metros de profundidad, justo en la zona en la que había tenido contacto la última vez.
Los familiares confesaron una mezcla de dolor al comprobar que su marido, su hermano, su hijo habían muerto, pero al mismo tiempo de alivio porque por lo menos sabían en dónde estaban, pero fue entonces que comenzó la puja por el rescate de los cuerpos.
“No tenemos medios ni siquiera para bajar a las profundidades del mar, ni tenemos equipamiento para extraer un buque de estas características”, confesó el ministro de Defensa, Oscar Aguad, después de confirmar el hallazgo.
Lo mismo repitió el pasado 4 de diciembre, cuando compareció ante la Comisión Bicameral sobre la Desaparición, Búsqueda y Operaciones de Rescate del Submarino Ara San Juan, en una sesión especial en la que participaron los familiares.
“Queremos recuperar los cuerpos de nuestros 44 héroes”, dijo entonces Yolanda Mendiola, madre de uno de los tripulantes, mientras que María Cisneros, tía de otro marino, pidió que “el gobierno ayude a reflotar el submarino, ahora tenemos una nueva lucha”.