"Entendemos que la cuestión de los derechos humanos y las libertades fundamentales en Cuba serían parte de la negociación de un nuevo acuerdo entre la UE y Cuba. Eso es importante", dijo una portavoz del Departamento de Estado bajo condición de anonimato.
"Estados Unidos alienta a la UE y a todos los países y organizaciones que mantienen un diálogo diplomático con el gobierno cubano que aprovechen cada oportunidad, tanto pública como privada, para apoyar un creciente respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales en Cuba, así como la capacidad de todos los cubanos de decidir el futuro político y económico de su país", agregó.
"La comunidad internacional tiene una responsabilidad importante en la promoción de los derechos humanos y las libertades fundamentales", insistió.
El lunes, los ministros de Exteriores de la UE aprobaron hacer una oferta a Cuba para negociar un acuerdo de "cooperación y diálogo político" que podría estrechar las relaciones entre ambas partes, si bien se destacó que no incluiría privilegios comerciales y además no supondrá un cambio en la política respecto a los derechos humanos.
La llamada posición común de la UE respecto a Cuba aprobada en 1996, que condiciona la colaboración de Bruselas con La Habana a una mejora de la situación de los derechos humanos, seguiría así vigente. Esa postura sólo puede anularse con una votación unánime de los 28 gobiernos de la UE.
Con todo, se espera que las posibles negociaciones contribuyan a la apertura de la política cubana.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hizo tímidos gestos de apertura a Cuba al comienzo de su mandato, en 2009, al flexibilizar los viajes y envío de remesas a la isla. Pero la detención en La Habana en diciembre de ese año del contratista estadounidense Alan Gross, quien desde entonces cumple una condena de 15 años de cárcel, se ha convertido desde entonces en el principal obstáculo para cualquier acercamiento, pese a que se han retomado diálogos técnicos como las conversaciones migratorias.
Washington ha observado con mucho cuidado cualquier acercamiento en los últimos tiempos hacia La Habana.
Tras la cumbre en Cuba de la Communidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que llevó de enero a la isla a casi todos los presidentes latinoamericanos, el Departamento de Estado emitió un duro comunicado manifestando su "decepción" por la "traición" que a su juicio cometieron esos países a los principios democráticos de la región al "aceptar sin cuestionamientos" las actitudes "represivas" del gobierno anfitrión.
Pero en una muestra de que las actitudes hacia la política norteamericana hacia la isla no son invariables, un reputado centro de pensamiento de Washington, el Atlantic Council, reveló hoy mismo una encuesta que demuestra que la mayoría de los estadounidenses también apoya un "cambio" hacia la isla.
De acuerdo con el sondeo, el 56 por ciento de los estadounidenses favorece un "cambio" en la política hacia Cuba.
Más sorprendente aún es la postura de Florida, el núcleo del exilio cubano y tradicional bastión del anticastrismo, pero donde la cifra de personas favorables a una "normalización de las relaciones" es mayor aún que la media nacional: 63 por ciento.
"Es hora de cambiar de rumbo, es hora de modernizar nuestra política hacia Cuba", sostuvo el senador demócrata Patrick Leahy en la presentación del sondeo en Washington.
Consultado sobre la dura condena del Departamento de Estado a la cumbre de la CELAC en La Habana, el influyente senador ironizó con que los autores de esa declaración "deben haber estado sentados en el sótano del Departamento de Estado desde 1950 y deberían salir a tomar el aire más a menudo".