El Ejército libio refuerza su presencia en Bani Walid, una ciudad fantasma

El Ejército libio reforzó hoy su presencia en la ciudad de Bani Walid, al sureste de Trípoli, que da la impresión de haberse convertido en una ciudad fantasma después de casi tres semanas de combates entre fuerzas regulares y milicias rebeldes leales a Gadafi.

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Un miembro de las Fuerzas regulares libias revisa las municiones ayer, 23 de octubre de 2012, mientras se dirigen hacia Bani Walid, 90 kilómetros al sur de Trípoli.

Desde primeras horas de la mañana, cientos de soldados y milicianos progubernamentales patrullan la ciudad y sus alrededores mientras aviones militares sobrevuelan la zona para asegurarse de que en la ciudad no quedan más combatientes insurrectos.

Los jefes militares prohíben la entrada a la ciudad, de la que miles de familias huyeron de los combates en las semanas pasadas, y sólo autorizaron la entrada de periodistas tras una larga espera.

Según un oficial de campo de la brigada progubernamental "Deraa Libia", los "forajidos", en referencia a rebeldes que se hicieron fuertes en la localidad han huido a un lugar desconocido.

El oficial, que habló bajo condición de anonimato, agregó que desde ayer, cuando las fuerzas regulares retomaron el control de Bani Walid, situada a un centenar de kilómetros de Trípoli, no se ha registrado ningún enfrentamiento.

No obstante, reconoció que quedaban "algunas bolsas de resistencia" cerca del aeropuerto de la ciudad y en la región próxima de Dahra.

El miliciano agregó que las operaciones de rastreo, que comenzaron la tarde de ayer, todavía continúan por todas las calles de la ciudad.

Su atención se centra en los tejados, especialmente de los edificios altos, por miedo a que puedan albergar todavía francotiradores.

En el centro de la ciudad, al igual que en el resto de barrios, decenas de militares y milicianos leales al actual régimen festejan con tiros al aire la toma de esta ciudad, uno de los últimos bastiones del régimen de Muamar al Gadafi en caer en manos de los rebeldes durante el levantamiento popular de 2011.

Por las calles que acceden al centro de la población no se perciben rastros de combates, aunque, como Efe pudo constatar, no hay cobertura para los móviles y al menos una central eléctrica que abastecía la ciudad está totalmente calcinada.

Mientras los militares y las fuerzas gubernamentales celebran la recuperación de la villa, una misión sanitaria compuesta por médicos y enfermeros ha comenzado los trabajos para recuperar las infraestructuras sanitarias.

Anoche, el presidente del Parlamento, Mohamed al Magrif, máxima autoridad del país, volvió a negar que las operaciones contra Bani Walid estuvieran dirigidas contra la población y subrayó que habían sido lanzadas contra "una banda de malvados que actuaba fuera de la ley".

Según Al Magrif, estos bandidos mantenían secuestrada a la ciudad y a su pueblo y la habían convertido "en un refugio para todos los buscados por la justicia" y "los enemigos de la revolución y quienes han confabulado públicamente contra ella".

Asimismo, Al Magrif acusó a los insurgentes de Bani Walid de secuestrar y torturar a personas de distintas regiones del país.

Bani Walid, cuna de la tribu Warfala, una de las más grandes del país, mantiene unas tensas relaciones con las autoridades, así como con la cercana ciudad de Misrata, de donde es originaria la milicia "Deraa Libia", desde los últimos compases del levantamiento armado que acabó con el régimen de Gadafi.

Bani Walid se mantuvo fiel al régimen gadafista incluso después de la caída de Trípoli, el 20 de agosto, y mantuvo en jaque a las fuerzas rebeldes hasta el 17 de octubre, cuando los combatientes fueron doblegados por las milicias, que en su mayoría provenían de la costera Misrata, famosa por su resistencia contra Gadafi.

Desde círculos oficiales y rebeldes siempre se ha acusado de una manera u otra a la ciudad de mantenerse fiel al derrocado régimen y dar amparo a delincuentes.

Sin embargo, desde Bani Walid se ha negado este extremo y muchos acusan a las fuerzas regulares, especialmente a las milicias de Misrata, de revanchismo y de pretender aniquilar a los habitantes de esta ciudad.

Con esta ofensiva parece haberse zanjado un nuevo desencuentro entre las autoridades centrales, incapaces de imponer su autoridad en el país, y los habitantes de Bani Walid, cuya fama de indómita cobra cada vez más fuerza.