La Real Policía Montada de Canadá encabezó la marcha del cortejo fúnebre de Isabel II a la salida de la abadía de Westminster, al término del funeral, de camino hacia el arco de Wellington, donde sus restos se transferirán a un coche fúnebre para llevarla al castillo de Windsor, a las afueras de Londres.
Tras escucharse el himno nacional -"Dios salve al Rey"-, con que concluyó el servicio religioso, el ataúd de la soberana, colocado sobre una cureña de la Marina, fue tirado por más de cien marineros al son de las gaitas de regimientos escoceses e irlandeses, que llevaban sus coloridos trajes de ceremonial.
El féretro abandonó el templo a las 12.15 (11.15 GMT) hacia el arco de Wellington, en la esquina sureste de Hyde Park, mientras el Big Ben, la célebre campana de la torre del palacio de Westminster, sonó a intervalos de un minuto durante la procesión.
En esta marcha también desfilaron miembros de las fuerzas armadas del Reino Unido y países de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth), representantes de la policía británica y del servicio de salud pública (NHS, en inglés).
Carlos III caminó junto con otros miembros de la familia real, mientras que la reina consorte, Camila, la princesa de Gales, Catalina, y la duquesa de Sussex, Meghan, seguieron el cortejo en coche.
En un día ligeramente soleado en la capital británica, miles de personas se han colocado a ambos lados del recorrido de la procesión, en un ambiente de profundo silencio.
Una vez en Windsor, la procesión a pie recorrerá los 5 kilómetros del Long Walk, la característica avenida arbolada que desemboca en la residencia real.