Un gran dispositivo de agentes antidisturbios irrumpió de madrugada en el campamento, dando diez minutos a los presentes para dispersarse.
Aunque una mayoría de los acampados siguió las órdenes, se registraron algunos choques con los policías que se saldaron con un total de siete arrestos, según informó el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD).
A primera hora de la mañana la zona había sido totalmente desalojada y equipos municipales trabajaban para limpiar el parque en el que durante semanas habían dormido centenares de personas.
Según las autoridades, el área estará cerrada durante varias semanas para acondicionarla y borrar los grafitis pintados en numerosos edificios públicos.
El alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, ya había advertido el día anterior que este tipo de campamentos no están permitidos y que se estaba siguiendo la situación de cerca, tratando de encontrar un equilibrio con el derecho a la protesta.
La acampada comenzó a mediados de junio, en el punto álgido de las protestas en Estados Unidos a raíz de la muerte en Mineápolis (Minnesota) de George Floyd, un hombre negro, a manos de la Policía.
Los manifestantes apostados frente al Ayuntamiento neoyorquino exigían, entre otras cosas, importantes recortes en el presupuesto del Departamento de Policía y un cambio en las prioridades de la ciudad.
La acampada se convirtió rápidamente en multitudinaria, con cientos de personas instaladas con tiendas de campaña, con una decena de puestos de información y numerosas actividades reivindicativas.
En las últimas semanas, con menos manifestantes, se habían sumado al campamento numerosas personas sin hogar, que lo habían convertido en su lugar de residencia, según medios locales.