Para poder acoger tal cantidad de cadáveres se ha improvisado una morgue en un almacén frigorífico de melones cercano a la mina, mientras la policía contiene a los familiares ante un hospital. Algunos de ellos guardan silencio mientras se ahogan en lágrimas. Otros gritan furiosos.
El día siguiente de la tragedia, en Turquía se mezclan la tristeza y la indignación. Los sindicatos no son los únicos que acusan a la empresa explotadora, Soma Kömür, de haber puesto, una vez más, el beneficio por delante de la seguridad. El accidente no fue cosa del destino sino culpa de algunas personas, afirman.
El partido gobernante, el conservador islámico AKP, habría protegido sin embargo a la empresa: gracias a su mayoría absoluta en el Parlamento, en abril rechazó una petición de la oposición que reclamaba el control de la mina de Soma.
Según recuerda el diario "Hürriyet Daily News", en septiembre de 2012 el presidente de Soma Holding, Alp Gürkan, se vanaglorió en una entrevista de haber podido reducir los costes en la mina tras haber asumido su control, antes en manos estatales. Los costes de producción por tonelada de carbón bajaron desde los 140 dólares (unos 120 euros) a 24 dólares.
"Las empresas estatales no reciben del Estado el crédito necesario y decidieron entregar áreas de negocio al sector privado", algo de lo que se beneficiaron, explicó Gürkan en marzo en declaraciones a los medios.
La tarde del martes, a 150 metros de profundidad se produjo una avería en un transformador. Las chispas provocaron una explosión que generó un incendio en medio de un cambio de turno, con más de 780 hombres bajo tierra.
Kani Beko, presidente de la federación de sindicatos Disk, habló de un "asesinato masivo". Para Cetin Uygur, ingeniero de minas y ex presidente de un sindicato minero, se trata del "mayor asesinato" del mundo laboral.
Mientras, en la avenida Istiklal de Estambul grupos de manifestantes protestaron con las caras pintadas de negro y pancartas en las que podía leerse: "No es un accidente, es un asesinato". Y en la sede de Soma en Estambul pintaron la palabra "asesinos".
Hace cuatro años, tras otro accidente minero, el entonces ministro de Trabajo, Ömer Dincer, intentó apaciguar los ánimos afirmando que las víctimas no sufrieron y que tuvieron una muerte dulce. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, habló de la muerte como "destino" de los mineros.
El peor accidente minero ocurrido hasta ahora en Turquía, en 1992, se cobró la vida de 263 trabajadores. El empresario turco Ishak Alaton, ya advirtió entonces que "morir en una mina turca no estaba prescrito por Alá sino que era el resultado de la insensatez humana". (DPA)