La medida fue anunciada la víspera por el gobierno del presidente Michel Temer, muy criticado por una oleada de violencia que ha dejado más de 130 reos muertos en luchas entre facciones rivales.
El ministro de Defensa, Raúl Jungmann, detalló este día que se destinarán alrededor de mil hombres, pero la cifra podría ser incrementada en caso de necesidad, y estará disponible en un plazo de entre ocho y 10 días.
El ministro dijo que los militares no tendrán contacto con los presos, con el objetivo de evitar eventuales revueltas y también la posibilidad de que los criminales intenten “contaminar” a los soldados.
“Algunos preguntan sobre el riesgo de contaminación de las Fuerzas Armadas por parte del crimen. No hay ese riesgo. Primero, no habrá contacto con el crimen. Segundo, porque no van a enfrentar a las facciones. Ese es un trabajo de la policía y así seguirá”, explicó el ministro, quien admitió de forma implícita que existe un alto grado de corrupción en la gestión de los presidios.
Se trata de una medida de urgencia con fines paliativos para sofocar la peor crisis penitencia de Brasil en décadas, si no en toda su historia, tras una serie de motines y ataques entre facciones criminales rivales en varias cárceles del país que ha causado cerca de 130 muertos desde el 1 de enero.
La crisis penitenciaria en Brasil ha puesto de manifiesto un problema denunciado desde hace años por estos organismos: el exceso de población carcelaria para la infraestructura disponible, las condiciones de confinamiento degradantes y el dominio dentro de los presidios de los grupos criminales que controlan el tráfico de droga en el país.
Analistas reclaman que Brasil necesita al menos 200 mil plazas suplementarias para dar cabida al total de la población carcelaria, que supera el medio millón de personas.
Asimismo, la revelación de presos y jefes de grupos mafiosos con acceso a celulares, armas y drogas ha puesto en evidencia la corrupción en la gestión de los presidios –parcialmente privatizada-, lo que permite a jefes de mafias criminales seguir comandando sus organizaciones en condiciones de confinamiento.