"Australia ha entrado en una nueva era de aumento de la amenaza terrorista con un elemento interno mucho más significativo", señala la revisión publicada en un comunicado de la oficina de Abbott.
"La cifra de combatientes extranjeros crece, la cifra de simpatizantes de los extremistas crece y la cifra de potenciales terroristas, entre ellos muchos que viven entre nosotros, también crece", sostuvo.
Según aseguró, al menos 90 australianos combaten con extremistas en Siria e Irak, 30 ya regresaron y hay al menos 140 personas en Australia que los apoyan activamente. Tras una revisión, la organización de seguridad e inteligencia del país elevó el nivel de alerta terrorista el pasado septiembre.
La reforma de la ley permitirá ahora a las autoridades revocar la nacionalidad y recortar privilegios en caso de australianos con doble nacionalidad, que podrían incluir restricciones a la hora de abandonar el país o al volver a Australia, así como al acceso a los servicios consulares en otros países y a los subsidios sociales, dijo Abbott.
"No podemos permitir que gente mala utilice nuestra buena naturaleza contra nosotros", apuntó.
Las medidas incluyen un aumento del gasto público en el desarrollo de una nueva estrategia contra el terrorismo, el nombramiento de un coordinador nacional contra el terrorismo y el cambio del sistema de alerta terrorista.
El pasado diciembre, un simpatizante del Estado Islámico (EI) de origen iraní tomó a 18 rehenes en un café de Sydney durante más de 16 horas que terminó con tres muertos, entre ellos el atacante.
Este mes, dos habitantes de Sydney fueron acusados de cargos terroristas tras un registro en sus viviendas. Las autoridades dijeron que unas horas después iban a perpetrar un ataque en nombre del EI.
Los críticos del gobierno temen sin embargo que éste exagere la amenaza para ocultar la caída de la popularidad de Abbot, como dijo la activista de los derechos humanos Julian Burnside en declaraciones a la televisión ABC. El gobierno fue objeto de fuertes críticas por los supuestos fallos del os servicios de inteligencia, que no pudieron evitar la toma de rehenes de Sydney. (DPA)