El terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011, que desencadenaron en desastre nuclear, y catástrofes previas que se cobraron millares de vidas como el Gran terremoto de Kanto de 1923, el Terremoto de Kobe de 1995 o el del pasado enero en Noto han marcado la carrera de la capital nipona por diseñar estrategias de respuesta.
Hay una probabilidad del 70 % de que un sismo de magnitud 7 o mayor sacuda Tokio en las próximas tres décadas, ante lo que el gobierno metropolitano ha desarrollado un plan que persigue alcanzar una ciudad totalmente resiliente para 2040.
Con una inversión de 17 billones de yenes (unos 104,934 millones de euros) para el proyecto, que arrancó en 2022, la gran urbe nipona se prepara para evitar tragedias humanas causadas por terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones derivadas de tsunamis o marejadas ciclónicas, enfermedades infecciosas e interrupciones de energía y comunicaciones.
La disposición y el diseño de los edificios en la ciudad están pensados para frenar el avance de incendios, frecuentes después de temblores intensos, y también se ha incrementado la resistencia de las construcciones desde un 73.6 % en 1995 a un 92 % en 2019, según datos aportados por el gobierno metropolitano de Tokio.
Las carreteras principales, amplias en su mayoría, permitirían mantener una normalidad relativa en la circulación de vehículos en caso de alteraciones del tráfico por un desastre.
Cuerpos de rescate altamente preparados y educación frente a desastres
El cuerpo de bomberos de Tokio –Tokyo Fire Department– está preparado especialmente para responder al escenario posterior a desastres con tecnologías que incluyen drones, detectores de bioseñales o camiones que eliminan sustancias radioactivas de superficies y personas.
También cuentan con robots para recoger información en las zonas afectadas y están ideando un prototipo similar a un perro para ahorrar así el estrés y los riesgos a los animales.
Asimismo, existe un centro de simulación para educar a la población sobre cómo responder ante catástrofes, que fue visitado por 67,000 personas en 2023.
Quienes aprenden en las instalaciones de los bomberos pueden utilizar gafas de realidad virtual que reproducen el escenario tras un terremoto, o subirse a una plataforma que simula una cocina y que tiembla a distintas intensidades.
Blindaje ante inundaciones
La costa de Tokio está protegida con 54 kilómetros de muros de hormigón de entre 3.5 y 7 metros, 15 compuertas en sus canales controlables en remoto y sistemas de drenaje equipados con turbinas capaces de bombear en segundos la cantidad de agua equivalente a una piscina de 30 metros.
Esto protege a la bahía de la ciudad, con islas artificiales repletas de rascacielos, ante tsunamis y marejadas ciclónicas –inundaciones costeras asociadas a un sistema atmosférico de baja presión– causadas por tifones.
Se cree que los tsunamis alcanzan alturas mucho mayores que las marejadas ciclónicas, explicaron a los medios funcionarios del puerto, pero en la bahía de Tokio, por sus características, sería potencialmente más peligroso lo segundo.
Si un tsunami azotara Tokio, las estimaciones apuntan a que no superaría los 2.6 metros, por lo que los muros podrían pararlo. Se planea además elevar los bloques de hormigón ante la amenaza de que el calentamiento global haga subir el nivel del mar 0.6 metros.
Azabudai Hills: un complejo resiliente que podría acoger a refugiados
Inaugurado el año pasado, el complejo Azabudai Hills, que incluye viviendas, restaurantes, museos, tiendas, oficinas y espacios verdes, fue construido para soportar temblores y poder acoger a evacuados en caso de desastre.
Está formado por tres rascacielos principales conectados entre sí por otras edificaciones más bajas. Una de las torres, la JP Mori Tower, de 330 metros de altura, cuenta con mecanismos avanzados para controlar temblores; los más punteros, amortiguadores viscosos y de aceite que controlan y atenúan temblores.
Desarrollados por la empresa japonesa Oiles Corporation y capaces de controlar vibraciones horizontales, un total de 300 de estos resortes configuran el interior de las paredes de la JP Mori Tower, que cuenta además con otros 1,500 artilugios con funciones similares.
Las 8,1 hectáreas de Azabudai Hills enlazan dos estaciones de metro sin necesidad de salir a la superficie. El pasillo que las conecta serviría para alojar hasta 3,600 personas en caso de que un desastre natural les impidiera volver a sus casas.
El complejo ya almacena provisiones con las que podrían alimentarse esas 3,600 personas durante tres días, y kits de emergencia que incluyen agua, pañales, productos de higiene femenina, colchones hinchables o mantas, entre otros.