"Por supuesto me siento triste, pero también tengo una sensación de alivio", dijo Ardern a la prensa que la esperaba en el aeropuerto de Napier, ciudad oriental de Nueva Zelanda donde el Partido Laborista mantenía un encuentro y desde la que hizo el anuncio el jueves.
La dirigente afirmó hoy sentirse "profundamente conmovida" por la respuesta nacional y global a su dimisión, ostensiblemente comentada y lamentada por líderes de todo el mundo, sobre todo del ámbito progresista.
"El hecho de tener todos esos mensajes de gratitud ha sido muy conmovedor para mí y mi familia", destacó Ardern, que se convirtió en la persona más joven en ocupar la jefatura de Gobierno del mundo cuando llegó al poder en 2017 con 37 años.
Cinco años y medio después, Ardern admitió el jueves no tener "suficiente energía para seguir con el trabajo. Es el momento", aseguró.
"No lo dejo porque sea duro, lo dejo porque este trabajo conlleva una gran responsabilidad, y no tengo suficiente energía para hacerle justicia", explicó, añadiendo que será siempre el cargo "más bonito" de su vida.
La política neozelandesa afirmó entonces que no tiene planes una vez abandone el puesto y que aprovechará para pasar más tiempo con su familia, mientras piensa en cómo continuar "ayudando a Nueva Zelanda".
También afirmó que ella no ha elegido sucesor, y el próximo 22 de enero habrá una votación en el seno del Partido Laborista para elegir candidato, con Nueva Zelanda celebrando elecciones el próximo 14 de octubre y la formación de Ardern perdiendo respaldo popular.
La carismática política consiguió en octubre de 2020 revalidar su mandato con una aplastante mayoría y que el Partido Laborista gobernara en solitario, algo que ninguna formación neozelandesa había logrado desde la reforma electoral de 1996.