La cita, que sirvió para escenificar el acercamiento de París y Berlín a los países excomunistas de Europa Central, es especialmente importante para la canciller germana, Angela Merkel, que ve en la región, especialmente en Polonia, a una aliada en sus políticas de austeridad frente a las reticencias de las economías del sur.
"La zona euro no es un club cerrado", dijo Merkel en un claro guiño a Polonia, Hungría y República Checa, estados que junto con Eslovaquia forman el Grupo de Visegrado y que están fuera de la eurozona.
"El objetivo de la nueva arquitectura de la unión económica y monetaria es mejorar la competitividad de la zona del euro y del resto de países", añadió el primer ministro polaco, Donald Tusk, quien pidió que la unión económica no sea una "fuente de división" sino de unidad en la nueva Europa.
En rueda de prensa conjunta tras la reunión los líderes europeos reafirmaron su apuesta por la unión económica y monetaria de Europa, con políticas que demuestren "solidaridad y responsabilidad", precisó por su parte el presidente galo, François Hollande.
"Queremos que Europa nos proteja de las dificultades económicas, y también de la inestabilidad monetaria y del riesgo de deterioro de la vida de nuestros ciudadanos", dijo Hollande, quien también se ha esforzado desde su llegada al Elíseo por revitalizar sus relaciones con Polonia y el resto de la región.
De hecho, semanas atrás París y Varsovia acordaban defender conjuntamente sus postulados frente al resto de socios comunitarios durante la negociación del presupuesto europeo, un acuerdo que, en opinión de Merkel, debería ser aprobado antes del final de la presidencia irlandesa de la UE este semestre.
El jefe del Ejecutivo polaco, anfitrión del encuentro, resumía la cumbre en tres puntos fundamentales para la construcción de la unidad europea: "Unión monetaria y financiera, competitividad de las economías europeas y fortalecimiento de las capacidades de Defensa común".
Una apuesta por la Seguridad y Defensa común que se traducía en el acuerdo alcanzado por los ministros de Defensa de los países del Grupo de Visegrado para crear un futuro batallón conjunto formado por 3,000 efectivos, de los que Polonia aportará más de 1,000 uniformados, y que podría estar operativo a partir de 2016 para integrarse en la Fuerza Europea de Acción Rápida.
"El Grupo de Visegrado está preparado para la cooperación militar en Europa", aseguraba el presidente de Hungría, Victor Orban.
"Juntos somos responsables y debemos asumir la responsabilidad de garantizar la seguridad de Europa, lo que exige que la cooperación en materia de Defensa deba ser fortalecida", dijo Merkel, quien aplaudió la iniciativa del Grupo de Visegrado y defendió que sea la comunidad europea en su conjunto la que participe en acciones exteriores si así se requiere.
"Si vamos a profundizar la defensa europea- puntualizaba el presidente de Francia-, tenemos que hacerlo sobre la base de una visión estratégica que debe ser aprobada en la cumbre de la UE a finales de año".
Para el mandatario galo, es necesario asegurar "una buena coordinación y una velocidad adecuada" en futuras operaciones exteriores conjuntas.
Al mismo tiempo, Hollande subrayaba el alto nivel tecnológico de la industria militar europea y la base compartida, lo que en su opinión garantiza una estructura de defensa común sólida.
Tras el encuentro los mandatarios europeos mantuvieron una reunión con el presidente de Polonia, Bronislaw Komorowski, donde éste destacó que la respuesta a la crisis debe ser el fortalecimiento de la UE, "incluido el euro", y una apertura que permita a nuevos socios ser parte del proyecto europeo.
El Grupo de Visegrado fue creado en 1991 a iniciativa del expresidente checo Vaclav Havel y ha servido para coordinar los procesos de adhesión de sus miembros a la UE y la OTAN.