"Pueden estar seguros de que compartimos opiniones sobre cómo resolver la crisis", afirmó Merkel en una rueda de prensa conjunta este jueves, en referencia a las críticas desde Polonia a sus conversaciones telefónicas con el presidente bielorruso Alexandr Lukashenko.
"No queremos sólo que se nos incluya en la toma de decisiones, sino ser parte de ella," destacó en ese sentido Morawiecki, que subrayó que "hay mucho en juego que depende de la calidad de las relaciones entre Polonia y Alemania".
El Ejecutivo alemán en funciones se ha esforzado en las últimas semanas por escenificar el cierre de filas con Polonia en su gestión de la crisis fronteriza, una tónica que quien será previsiblemente nuevo canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, pretende mantener.
Al término del encuentro con Merkel, el primer ministro polaco se reunió también con Scholz, que según se prevé será investido la semana del 6 de diciembre y que hace unos días declaró que si Polonia construye un muro en la frontera con Bielorrusia no le corresponde a Alemania inmiscuirse.
Tanto Merkel como Morawiecki insistieron en que la crisis fronteriza constituye un "ataque híbrido" por parte de Bielorrusia, que instrumentaliza a migrantes para desestabilizar y debilitar a la Unión Europea (UE) en lo que el polaco denominó "terrorismo de estado".
Mientras que la canciller señaló la "estrecha" relación entre Lukashenko y el presidente ruso Vladimir Putin, Morawiecki fue más allá, dibujando una plétora de conflictos en las fronteras de la UE cuyos hilos convergen en el Kremlin.
Así, el primer ministro enumeró la crisis en Ucrania, los "intentos de extorsión" en Moldavia, la subida de precios del gas natural y las campañas de ciberataques y noticias falsas entre las "piezas del puzzle" controladas por Putin y que requieren una "respuesta común" por parte de la UE.
DIÁLOGO Y SANCIONES
Los dos líderes abogaron por la introducción de nuevas sanciones contra Bielorrusia y Rusia en caso de no producirse progresos en las crisis mencionadas, dejando sin embargo siempre abierta "la puerta al diálogo", en palabras de Merkel.
"Cualquier agresión adicional contra Ucrania tiene un alto precio y hay que dejar claro a Rusia que será así, pero al mismo tiempo mantener las ofertas de diálogo," declaró la canciller, que "lamentó mucho" que Putin no estuviera dispuesto a acudir a una reunión en formato de Normandía para tratar el conflicto antes de que ella deje el cargo.
También Morawiecki insistió en que hay dos posibles escenarios en la crisis con Bielorrusia, el de la agudización y el de la desescalada si Lukashenko está dispuesto a dar los pasos necesarios, una visión más "optimista" que "todavía es posible".
De lo contrario, amenazó con interrumpir el intercambio comercial con Bielorrusia y se mostró seguro de que el régimen se vería "afectado", dado que gran parte de la producción industrial bielorrusa va a parar a la UE.
"Queremos crear una situación en la que el enemigo entienda que no contemplaremos inermes y sin hacer nada lo que sucede en la frontera, no nos doblegaremos ante estos chantajes," añadió.
La crisis fronteriza se inició en agosto, cuando Bielorrusia liberalizó el régimen de visados para varios países de Oriente Medio, lo que llevó a miles de iraquíes, sirios y yemeníes, entre otros, a viajar allí para intentar cruzar a la UE.
Polonia, Letonia y Lituania, países limítrofes con Bielorrusia, respondieron blindando sus fronteras y expulsando en caliente a los migrantes que logran aprehender, lo que dejó a muchos varados en tierra de nadie, puesto que el ejército bielorruso no les permite volver atrás.
Merkel expresó su preocupación por la situación humanitaria que se vive en la frontera, pero incidió en que "en primera instancia" hay que garantizar que se atienda a estas personas "conforme a la dignidad humana" en territorio bielorruso e "intentar llevarles de vuelta a su hogar".
De esta forma, reafirmó la postura del Gobierno alemán de que los migrantes y solicitantes de asilo atrapados no deben ser acogidos en Europa por no ceder al chantaje de Lukashenko.
Morawiecki, por su parte, se congratuló de que haya sido posible detener los vuelos que transportaban a migrantes desde Oriente Medio, aunque expresó la preocupación de que la próxima "jugada" de las autoridades bielorrusas sea intentar atraer a refugiados de Afganistán.