La ONG presentó en una rueda de prensa en El Cairo dos informes sobre la represión policial contra los civiles y los presuntos abusos cometidos por soldados durante el mandato de la junta militar que gobernó Egipto desde la caída del régimen de Hosni Mubarak hasta el nombramiento de Mohamed Mursi como presidente en junio pasado.
"Las víctimas todavía piden que se cumpla la ley", afirmó hoy la vicedirectora de AI para Oriente Medio y el Norte de África, Hasiba Hadj Sahraoui, en la conferencia de prensa celebrada en el Sindicato de Periodistas egipcios.
En ambos documentos, se habla de asesinatos ilegales, uso excesivo de la fuerza, torturas y maltratos a manifestantes por parte de la policía y el ejército, según la investigación llevada a cabo por AI durante los dieciséis meses que gobernó la Junta Militar.
Los informes, basados en entrevistas a activistas, víctimas y médicos, entre otros, se centran en los hechos acontecidos durante los choques entre manifestantes y policías o soldados en octubre y diciembre de 2011 y en mayo de 2012, que dejaron decenas de muertos.
Un testigo de los enfrentamientos ocurridos hace ya casi un año frente a la sede de la Radiotelevisión egipcia es Heba Daniel, cuyo hermano Mina, falleció durante la represión militar de una manifestación de coptos (cristianos egipcios).
Daniel narró hoy cómo vio a tanques del ejército atropellando a manifestantes pacíficos, mientras que "baltaguiya" (matones), disparaban contra los participantes en la protesta.
"Maspero (frente a la sede de la Radiotelevisión) y la calle Abdelmonein Riad se convirtieron en un matadero", lamentó la mujer, vestida aún de riguroso luto.
Daniel se quejó de que hasta ahora sólo tres oficiales de bajo rango han sido llevados ante la Justicia y de que todavía, casi un año después, se desconoce quién dio la orden de atacar la manifestación.
Las mujeres también han sido víctimas de la represión policial y militar de las protestas en el último año, como Aza Hilal que lo sufrió en sus propias carnes cuando en diciembre de 2011 intentaba ayudar a dos manifestantes -uno de ellos una mujer- que estaban siendo golpeados por los agentes.
"Mi amigo Ihab fue disparado en la rodilla y yo fui golpeada brutalmente", aseguró Hilal, que dijo venir de una familia de militares y que nunca antes había temido al ejército.
Los soldados "me rompieron el cráneo y varios huesos. Cuando llegué al hospital estaba casi en coma, los médicos decían que había que rezar por mi vida", recordó Hilal, que explicó que ha presentado una denuncia y que espera que los culpables sean juzgados ante tribunales civiles porque los castrenses encubren a los soldados.
La mujer hizo un llamamiento a Mursi para que restaure los derechos de las víctimas porque si no "se convertirá en otro Mubarak".
En la rueda de prensa, también participó el investigador de la organización Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales Karim Ennarah, quien destacó que, pese a la transferencia del poder de los militares a un presidente elegido en las urnas, el comportamiento abusivo de la policía no ha cambiado.
Y puso como ejemplo el caso ocurrido hace dos semanas en un pueblo del Delta del Nilo en el que un ciudadano murió por las torturas de los agentes en una comisaría y otro falleció por presuntos disparos de los policías durante la protesta que se desencadenó poco después por la muerte del primero.
"Se necesita una reforma profunda de la policía, ya que hasta ahora no se han tomado medidas serias para ello", señaló Ennarah.
AI concluye en su informe que Mursi tiene ahora una "oportunidad histórica hacer frente al legado sangriento de la policía y el ejército y garantizar que nadie está por encima de la ley en Egipto", por lo que pidió medidas para llevar esto a efecto.