Los chiíes, que representan en torno a un 30 % de la población kuwaití, lograron ocupar 17 de los 50 asientos que componen el Parlamento, de una sola Cámara.
Según el Comité Electoral kuwaití, el 38,8 % de los electores que habían sido llamados a las urnas participaron en la votación, aunque algunos opositores aseguraron que el porcentaje de participación no superó el 26 %.
La oposición había boicoteado los comicios en rechazo a una enmienda de la ley electoral ordenada por el emir, jeque Sabah al Ahmad al Sabah, en octubre pasado.
Esa enmienda dispone que los ciudadanos deben votar por un solo candidato, a diferencia de comicios anteriores, cuando podía hacerlo por cuatro, lo que supone un cambio que -a su juicio de los opositores- permite al Gobierno manipular los resultados.
Según los resultados finales, tres mujeres lograron ingresar en el Parlamento, que desde las últimas elecciones solo tenía representación masculina.
Los islamistas suníes, que boicotearon las elecciones, obtuvieron cuatro escaños en el nuevo Parlamento, mientras que en el anterior tenían 23.
Unos 422,000 kuwaitíes estaban llamados a ejercer su derecho a votar para elegir los 50 escaños del Parlamento entre un total de 307 aspirantes, entre los que había 14 mujeres.
Los diputados elegidos representan la suma de los diez candidatos más votados por cada una de las cinco circunscripciones en que se divide el cuerpo electoral.
Estos comicios son los segundos celebrados en diez meses en Kuwait, inmerso en una crisis política.
El 7 de octubre pasado, el emir ordenó la disolución de la asamblea parlamentaria, cuatro meses después de que el Tribunal Constitucional invalidase las elecciones celebradas en febrero pasado.
El Constitucional resolvió también que se restituyera el Parlamento anterior al de los comicios de febrero, cuya disolución la corte consideró ilegal.
En 2011, Kuwait vivió una crisis política que se agudizó en el mes de noviembre por la irrupción de miles de manifestantes en la asamblea parlamentaria después de que la Policía emplease la fuerza para dispersar una marcha que exigía la renuncia del entonces primer ministro, Naser Mohamed al Ahmed al Sabah, acusado de corrupción.