Sheij Mohamed, supuesto cerebro de los ataques, y los otros cuatro encausados comenzaron a rezar durante la vista y el único que alzó la voz fue Ramzi bin al Shibh, que lo hizo para acusar a los responsables de la base de quererlos matar y hacer pasar sus asesinatos por suicidios.
El juez militar Jame Pohl comenzó a perder la paciencia cuando Sheij Mohamed decidió rechazar los auriculares para escuchar la traducción simultánea, por lo que se pasó a traducción consecutiva por megafonía, mucho más lenta y problemática.
Pohl decidió leer los derechos a la defensa provista por el Gobierno estadounidense, pero los acusados se mantuvieron ausentes, leyendo o rezando con el Corán en la mano.
El juez civil de Sheij Mohamed, David Nevin, aseguró que la elección de no hablar es un modo de protesta por el tratamiento en Guantánamo.
Por su parte, el capitán de la Fuerza Aérea Michael Schwartz, defensor militar de Walid bin Attash, hizo saltar el sistema para evitar que la prensa escuche temas relacionados con información reservada y fue regañado por el juez por "tocar las líneas rojas".
"Las líneas rojas son el miedo a la vergüenza", indicó Schwartz, quien, como otros miembros del equipo defensor, ha dicho que EE.UU. impone normas tan estrictas en estas comisiones militares para evitar que se conozca información comprometedora.
Sheij Mohamed, uno de los presos más importantes del penal de Guantánamo, sacó un turbante en medio de la sesión y procedió a colocárselo mientras estaba sentado en primera fila luciendo una espesa y larga barba.
La primera sesión de la jornada de hoy tiene previsto poner las bases para el inicio del juicio contra Sheij Mohamed y sus cuatro cómplices, después de que con la llegada del presidente Barack Obama se reformulara su procesamiento.
Los cinco reclusos llegaron por separado a la sala del tribunal de "Campo Justicia" y fueron rodeados por tres guardias cada uno para que no hablasen, aunque en varias ocasiones intercambiaron impresiones.
Bin Attash, exguardaespaldas de Osama bin Laden, llegó atado a una silla de ruedas, aparentemente por problemas de comportamiento antes de ingresar al tribunal, aunque a petición de la defensa fue desatado.
La torpe y larga vista se complicó por diversos detalles y las insistentes quejas de la defensa sobre la dificultades que entraña el sistema de Guantánamo para realizar su trabajo con garantías.
La vista quedó en receso poco después del mediodía durante 20 minutos para que los reclusos pudieran realizar sus rezos.