Volveremos", dijo Zelaya a los periodistas poco antes de salir de la base de la Fuerza Aérea, aledaña al aeropuerto de Toncontín, a donde llegó con el presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández, y el nuevo gobernante de Honduras, Porfirio Lobo.
Zelaya llegó al aeropuerto desde la sede diplomática brasileña en una caravana de alrededor de una veintena de automóviles y rodeado de un fuerte dispositivo de seguridad. Junto a Zelaya viajan su esposa, Xiomara Castro, su hija Hortensia y el asesor Rasel Tomé.
"Es un momento de muchos sentimientos encontrados, por una parte de alegría, de poder salir de este encierro que hemos tenido y de la resistencia en que hemos estado 129 días en la embajada de Brasil, pero también el sentimiento de ver la expresión del pueblo hondureño que se ha sacrificado, que nos ha acompañado", dijo a los medios locales Xiomara Castro.
Momentos antes de partir, la esposa de Zelaya llamó a que se produzca "una verdadera reconciliación del pueblo hondureño" y destacó la presencia de varios miles de seguidores del presidente depuesto.
"Vienen a darle un adiós pero también un hasta luego al presidente Zelaya", aseguró.
Agregó que se van "contentos" a un país como la República Dominicana, que les recibirá "con los brazos abiertos".
En el aeropuerto, los seguidores de Zelaya vitorearon el momento del despegue del avión y despidieron con gritos y el ondear de banderas de Honduras y del Partido Liberal, al que pertenecen tanto el ex presidente depuesto como el ex gobernante golpista Roberto Micheletti.
Aunque inicialmente se había especulado con la presencia del presidente de Guatemala, Álvaro Colom, en la comitiva, finalmente no formó parte de la caravana.
Lobo llegó el pasado día 20 a un acuerdo con Fernández por el que se comprometía a otorgar a Zelaya un salvoconducto para que pudiera abandonar la embajada de Brasil, donde se encontraba desde que regresó de forma clandestina al país el 21 de septiembre pasado.
Tras el golpe de Estado, Zelaya fue acusado por la Justicia de su país de delitos políticos y comunes relacionados con su gestión de Gobierno y con una consulta popular que quería celebrar para convocar a una Asamblea Constituyente, pese a que varias instituciones del Estado la habían declarado ilegal.