En su homilía, Francisco renovó su llamado al cambio y a la misericordia tras las dos semanas de sínodo en las que las alas más progresistas y conservadoras del catolicismo debatieron sobre cómo debe ser la actitud de la Iglesia hacia los homosexuales y los divorciados que se volvieron a casar.
Dios "¡no tiene miedo de las novedades!", proclamó el papa. "Por eso, continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos. Nos renueva, es decir, nos hace siempre 'nuevos'".
"En eso reside nuestra verdadera fuerza, la levadura que fermenta y la sal que da sabor a todo esfuerzo humano contra el pesimismo generalizado que nos ofrece el mundo", añadió, en una Iglesia que debe "hacerse cargo de las heridas abiertas y devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido".
En la misa participaron miles de personas que estallaron en aplausos cuando el papa proclamó la fórmula que convierte en beato a Giovanni Battista Montini, el papa que estuvo al frente del Vaticano entre 1963 y 1978 y contribuyó a grandes reformas, sobre todo al concluir el Concilio Vaticano Segundo que había iniciado su antecesor Juan XXIII, proclamado a su vez santo en abril pasado.
Francisco citó unas palabras de Pablo VI cuando instituyó el sínodo de 1965 precisamente sobre el cambio: "Después de haber observado atentamente los signos de los tiempos, nos esforzamos por adaptar los métodos de apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad".
Los participantes del sínodo -obispos, cardenales y miembros de la Curia romana- estaban llamados a aprobar con al menos una mayoría de dos tercios cada uno de los 62 artículos de un documento de 17 páginas que resumía sus deliberaciones.
Tres artículos que defendían una mayor apertura hacia las uniones homosexuales y los divorciados casados de nuevo fueron apoyados por una mayoría de religiosos pero no por el mínimo de dos tercios, por lo que no fueron aprobados formalmente. Un cuarto sobre los "aspectos positivos" de las bodas civiles y la convivencia sin pasar por el matrimonio apenas superó la cantidad necesaria.
El sínodo, que comenzó el 5 de octubre y terminó hoy, no se proponía iniciar reformas, sino que tendrá continuidad el año que viene, cuando se espera que los líderes de la Iglesia puedan resolver sus diferencias y hacer propuestas concretas sobre la doctrina al papa Francisco. Entre los asistentes a la misa de hoy estuvo el papa emérito Benedicto XVI, que hace escasas apariciones públicas desde su renuncia en febrero de 2013 y a quien Francisco saludó personalmente al inicio de la ceremonia. Joseph Ratzinger fue nombrado cardenal por Pablo VI.
A partir de ahora en la Iglesia se celebrará como día festivo el 26 de septiembre, día del nacimiento de Pablo VI, que llegó al mundo como Giovanni Battista Montini en 1897 en el norte de Italia.
El legado de Pablo VI es controvertido. Los conservadores lo critican por llevar hasta el final el Concilio Vaticano Segundo y por aplicar sus reformas, sobre todo la abolición de la misa en latín y la apertura hacia otras confesiones, entre ellas el judaísmo.
Los progresistas que apoyaban estas reformas en cambio lo acusan de no haber ido demasiado lejos, y es poco popular entre los liberales en Europa y Estados Unidos por su posición de condena a todo tipo de anticoncepción que no sea la natural, sobre todo a la píldora.
Francisco elogió hoy su figura como hombre humilde y profético: "En el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro –y quizás en solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor".
Una reliquia presidió la ceremonia de beatificación. Se trata de una caja que contiene una camiseta ensangrentada que llevaba Pablo VI cuando sufrió un atentado con un arma blanca en el aeropuerto de Manila en 1970.
Para ser beatificado debe atribuírsele un milagro a la personalidad elegida. En el caso del papa se trata de la curación de un feto que sufría una grave malformación y que según certificaron los expertos del Vaticano nació sano después de que su madre pidiera a Pablo VI su intercesión. La familia del niño, hoy de 13 años, ha pedido permanecer en el anonimato. (DPA)