La primavera llega a Nueva York con la nueva temporada del American Ballet

Fiel a su tradición clásica pero con filtraciones de la mejor danza contemporánea, el American Ballet de Nueva York presentó su temporada de primavera en la Metropolitan Opera House, con un menú degustación en el que las ovaciones fueron para Ivan Vasiliev y el argentino Herman Cornejo.

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El bailarín ruso Ivan Vasiliev.

"La primavera no llega a Nueva York hasta que el American Ballet hace su gala", ha dicho frente a los asistentes la actriz Sigourney Weaver, madrina de este acto en el que las bailarinas y los bailarines de esta institución florecen uno a uno sobre el escenario.

La oferta para la nueva estación cumplió estrictamente con lo prometido, aunque se echaron de menos las sorpresas.

El público tenía ganas de aplaudir a Ivan Vasiliev como el nuevo protagonista de "El corsario", con coreografía de Marius Petipa y Konstantin Sergeyev, y el bailarín ruso no les privó de ese gusto con esa perfección técnica que, al escaparse del Bolshoi en 2012 para fichar por el ABT, azuzó las viejas cenizas de la "guerra fría del ballet".

Con sus triples piruetas y sus encadenados imposibles, Vasiliev, torso desnudo como buen "corsario", se llevó la ovación de la noche, que no pudo compartir con su compañera Natalia Osipova, baja por lesión y sustituida a última hora por la cubana Xiomara Reyes.

Tras el ruso, destacó Herman Cornejo por encima del reparto coral de la "Sinfonía 9", que adelantaba una de las representaciones estrella de la primavera (el ballet coreografiado por Alexei Ramansky con música de Dmitri Shostakovich), en la temporada en la que el bailarín argentino cumple diez años en las primeras filas del ballet neoyorquino.

Para completar el trío de ases latinos sobre el escenario, la también argentina Paloma Herrera se hacía con una de las actuaciones más sobresalientes en el número final, "Sinfonía en C", con música de George Bizet y una coreografía coqueta y llena de pausas de George Balanchine.

Esta pieza supuso el broche de oro a la gala con un ejército de 52 bailarines sobre el escenario perfectamente coordinados.

Antes, el brasileño Marcelo Gomes, bailarín de la compañía, se escondía del público al pasar a las bambalinas como coreógrafo de "Apothéose", con música de la sinfonía número 7 de Beethoven y un hermoso pas a deux de Julie Kent y Roberto Bolle que formaba una de las pocas notas disonantes contemporáneas de la gala.

Y es que apoyándose firmemente y sin puntillas sobre un repertorio de grandes clásicos, el American Ballet abrió la noche con un fragmento de "Onegin", de Tchaikovsky, recreando la rusia zarista con lámparas de araña incluidas, y del mismo autor no faltaron los tu-tús rígidos y las casacas azul pastel para "La bella durmiente", del mismo autor.

Aunque sí se ausentaron hoy, no lo harán en la programación que ocupa la Metropolitan Opera House desde mañana hasta el 6 de julio obras tan populares como "El lago de los cisnes", "Don Quijote" o "Romeo y julieta".

La noche de estreno, que se complementa con una cena en la que los bailarines se deshacen de sus maillot y se enfundan vestidos de etiqueta, se convertía así, una vez más, en una declaración de principios clásicos y de fuerza contemporánea del principal motor de la danza estadounidense. (EFE)