Los largos períodos de aislamiento, la amenaza de un virus que parece no tener frenos y el sobre exceso de información son un combo perfecto para generar problemas de estrés y ansiedad en las personas que han quedado atrapadas en este remolino. Esta ha sido la realidad laboral de muchas personas en los últimos meses.

En ocasiones, la ansiedad es incontrolable y empeora, sobrepasando la situación de alarma, al punto de provocar malestares físicos o psicológicos, como taquicardias, confusión y dificultades para concentrarse o prestar atención, aseguraron especialistas en psiquiatría.

Las personas que sienten el control de su vida y que encuentran un propósito y significado en la misma, tienen menos probabilidades de tener trastornos de ansiedad, aún en tiempos difíciles.

Si las sensaciones de preocupación, estrés y proyecciones de los pensamientos que mantienen las personas se “sobrepasan” y no se atienden de manera adecuada, pueden llegar a convertirse en trastornos de ansiedad, advirtió Joaquín Gutiérrez, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, de la UNAM.