Remolacha en edificios oficiales, sopa de tomate o puré de patatas sobre cuadros icónicos, cemento en hoyos de campos de golf, pintura que arruina coches de lujo… La "desesperanza", tras décadas de inacción frente a la crisis climática, ha dado lugar a un "nuevo activismo" protagonizado por jóvenes que ha "subido el tono" de las protestas.