Venta de indígenas para casarlas, una práctica que perdura en México

En base a sus "usos y costumbres", en pueblos indígenas de México las mujeres siguen siendo sometidas a matrimonios forzados o son vendidas en contra de su voluntad por su padre a hombres desconocidos para convertirlas en esposas.

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El caso más reciente salió a la luz esta semana en el sureño estado de Chiapas cuando la indígena tzotzil Roxana Hernández Santiz, de 14 años, denunció que estuvo encerrada 29 horas, supuestamente por orden de autoridades tradicionales del pueblo de San Juan Chamula, por abandonar al joven al que fue entregada por 15,000 pesos (unos 1,135 dólares).

La familia del muchacho de 18 años exige ahora que se le paguen 24,000 pesos -el pago inicial más intereses- porque la joven lo abandonó después de vivir juntos tres meses en 2013.

"Ningún uso ni costumbre puede estar por encima de los derechos humanos de las personas, en particular de las mujeres y las niñas, así como del interés de la Convención sobre los Derechos de los Niños", dijo a dpa Jennifer Haza Gutiérrez, directora de Melel Xojobal, una organización dedicada a la defensa de los infantes.

Haza afirmó que, más allá de los motivos que la jovencita haya tenido para separarse del indígena chamula, tiene derecho a decidir lo conveniente para su vida y su desarrollo y por tanto no se le debió criminalizar ni mucho menos penalizar, como lo hicieron las autoridades indígenas locales.

Pero el caso de Hernández Santiz, originaria de la comunidad Tojchotic, se da en un contexto más amplio de violencia de género y de una cultura machista muy arraigada en todo México, de acuerdo con la especialista.

Las mujeres indígenas son obligadas a casarse con frecuencia a la edad de 13 años.

El antropólogo social Ramón Santis Méndez consideró que el caso de la joven de Chiapas es una señal de que las mujeres se están rebelando frente a viejas prácticas que ponen por encima los "usos y costumbres" indígenas a la Constitución y las leyes mexicanas.

El antropólogo indígena tzeltal contó que antes los hombres indígenas que querían una esposa acudían acompañados de sus padres a alguna choza en donde hubiera una o más niñas o adolescentes para negociar la entrega de la que mejor les pareciera.

En las visitas los interesados llevaban refrescos de cola, posh (aguardiente), pan y animales. Sin embargo, en muchos municipios los padres de las mujeres prefieren ahora entregar a sus hijas a cambio de dinero.

Y cuando al hombre no le convence la mujer la regresa con sus padres y los obliga a devolver lo que pagaron por ella.

Santis Méndez y Haza coinciden en señalar que en la actualidad niñas y adolescentes huyen de sus aldeas hacia las ciudades para evitar ser vendidas o entregadas en matrimonio de manera forzada.

La venta de menores indígenas con fines matrimoniales persiste no sólo en Chiapas, sino también en comunidades de estados mexicanos con alta población indígena como Oaxaca y Guerrero.

Las mujeres que se casan jóvenes empiezan a tener hijos también desde adolescentes y llegan a tener ocho o más hijos.

Según afirma Haza, Chiapas ocupa el tercer lugar a nivel nacional de embarazos en adolescentes y tiene las tasas más altas de niñas menores de 15 años que ya tienen un hijo.