Este proyecto es impulsado por Maritza Morales, ganadora del Premio Nacional de la Juventud 1998 y quien en la actualidad es "Exploradora emergente de National Geographic", además de ser recipiendaria del distintivo "Misión Rescate", otorgado por el Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente, entre otros premios.
Entre los talleres se encuentra la acuacultura y rescate del caracol "manzana maya", mediante la enseñanza de técnicas de producción, uso adecuado de agua y generar ingresos, entre otros.
Así, mujeres de comunidades apartadas del oriente de Yucatán, rescatan y aprovechan una variedad endémica de caracol denominada "manzana maya", el cual les provee de alimento con su carne y de conchas para elaborar artesanías.
Dayane Canul Crespo, capacitadora en el proyecto, es una de las 85 madres de familia que habitan en los municipios de Tizimín y Sinanché, que desarrollan esta propuesta de acuacultura sustentable, que complementan con la cría de peces de ornato y lirios acuáticos.
El programa inicia con la obtención de los caracoles que habitan en cenotes del estado de Yucatán, de donde se extraen para su producción y reproducción en estanques artificiales.
Lo primero que hacemos, explica, es ir a los cenotes y obtener el caracol, que en sus primeros días tienen el tamaño de la cabecita de un alfiler. Cuando tiene entre cuatro a cinco meses es apto para reproducirse, mientras que entre los ocho meses al año de edad, es comestible.
Una de las ventajas de comer este caracol sobre otra especie conocida como el caracol "chivita -de alta demanda en la entidad-, es que su sabor es agradable al paladar, mientras que la "chivita" genera un cierto sabor a agua con tierra.
Para las mujeres de comunidades mayas como: San Arturo, Nuevo Tesoco, Manuel Cepeda, Rancho Grande, entre otras del oriente de la entidad, el comer este molusco en ceviche, representa una fuente importante de alimentación.
Sustentó los beneficios alimenticios del molusco, en el hecho de que estos son criados con chaya -planta con diversos valores y ventajas nutricionales-, verdolaga y las "patitas" del rábano, sin que tengan otro tipo de alimentación artificial.
Una vez que es capturado el caracol, dijo, lo sacamos de los cenotes y los metemos en estanques artificiales donde se crían y crecen.
Tras reproducirse, un tercera parte son devueltos al cenote para su conservación, otra se nos queda para su reproducción y otra más para consumir su carne y aprovechar su concha.
“Para nosotros este ha sido un proyecto muy importante, porque podemos obtener recursos para apoyar a la economía de nuestras familias, en especial cuando alguno de nuestros esposos viaja a otras ciudades para trabajar o por alguna razón escasea el trabajo”, relató.
Otra de las ventajas del proyecto es que no lo realizamos las madres de familia en exclusividad, sino también se involucran nuestros hijos. Son ellos, detalla, quienes están atentos al proceso de elaboración de las artesanías y quienes sugieren nuevas formas de crearlas con las conchas. Muchas de las piezas que tenemos provienen de su ingenio.
En realidad es una tarea familiar, dijo, porque reúne a todos los miembros al momento de lavar las conchas, de seleccionarlas, de diseñar que tipo de artesanía y cuál es la mejor concha, según su color y tamaño, para elaborar cierta artesanía.
De acuerdo con la originalidad de la pieza y el tiempo de elaboración, cada artesanía puede tener un valor desde 15 pesos hasta cerca de los 100, montos que aunque pequeños pueden subsanar muchas necesidades de familias de escasos recursos.
Muñecas vestidas de conchas de "manzana maya"; sapitos colgantes, atrapa sueños que se combinan con bejuco, son parte de las numerosas piezas que elaboran y se comercializan en sitios como la capital yucateca.
La cría y utilización de esta especie de molusco de agua dulce, también implica un modelo de capacitación para el cuidado del medio ambiente, el cual involucra a los niños, mientras que las mujeres se capacitan en tareas de acuacultura y elaboración de las artesanías.
Además, el proyecto se complementa con la producción de peces de ornato que se colocan en los estanques donde se cultivan los caracoles, mismos que ayudan a regular el entorno y darle un equilibrio ecológico al estanque.
"Otra alternativa económica y ecológica que hemos encontrado es que dentro de estos mismos estanques se pueden cultivar lirios acuáticos, los cuales tienen una alta demanda entre las personas que aman las plantas pero carecen de espacios amplios para cultivarlas", explicó.
Para muchas de nosotras, continuó Canul Crespo, lo importante es que podemos compartir con nuestros hijos estos temas de cuidado del medio ambiente, ya no solo los llevamos a tomar una clase, sino que ahora trabajamos junto con ellos para cuidar nuestro planeta.
Muchos de esto niños, dijo, se han convertido en guías y maestros de otros menores, porque la idea de aprender es que lo podamos llevar a la práctica y replicar; esto ha sido exitoso, por eso la idea es poder replicar este proyecto en otras regiones como la capital.