"Bolsonaro y Putin comparten esa manera paternalista de hablar sobre el país, las personas. Ambos se comportan como si fueran un superpadre que va a salvar y proteger el país y, así, construir una gran nación", contó en una entrevista a Efe Maria "Masha" Alyokhina, una de las fundadoras de las Pussy Riot y quien fue condenada a dos años de prisión por protestar contra Putin en 2012.
Alyokhina, quien acaba de lanzar en Brasil su libro "Días de agitación", en el que narra sus memorias de los días encarcelada, criticó duramente a Bolsonaro por sus polémicas declaraciones sobre homosexuales, como cuando dijo en su época de diputado que "prefería tener un hijo muerto a uno gay".
"No se trata de valores de familia, es hipocresía. Su ejemplo de vida es (Donald) Trump, entonces es predecible. No sorprende y no es nada interesante", recalcó.
Desde que aterrizaron en Brasil, las Pussy Riot han puesto al presidente del país en su punto de mira. El cartel que ilustra sus conciertos lleva estampado la cara de Bolsonaro, líder de la ultraderecha brasileña, adornado con barriles de productos tóxicos y radiactivos, además de calaveras, peces muertos y chimeneas expeliendo humo y basura.
"¡Estamos en Brasil! Sobre esta cabeza hecha y llena de restos, las Pussy Riots cantan y bailan. Juntos, hagamos aquí nuestra revolución sobre esta cabeza monumento-destrucción", prometió el grupo.
El colectivo, que tenía una gira prevista entre marzo y abril, adelantó su visita al país suramericano precisamente para participar en el festival Verano sin Censura de Sao Paulo, que ha acogido y exhibido todas las obras culturales censuradas o criticadas por el Gobierno.
"Me siento orgullosa de participar en ese festival contra la censura. En nuestro país, (la censura) es uno de los principales problemas y aquí he escuchado que se han censurado a algunos artistas ... Es importante que nos unamos y colaboremos con aquello que defendemos", aseguró.
- "EL NIVEL DE REPRESIÓN EN RUSIA ES MUY ELEVADO"
Ocho años después de que se alzara a la fama por ser arrestada tras escenificar una plegaria contra Putin en el principal templo ortodoxo de Rusia, Alyokhina considera que el "nivel de represión sigue muy elevado" en su país, aunque conmemora el "despertar" de las nuevas generaciones.
"Muchos artistas se han unido a las protestas de los estudiantes y eso es algo increíble, pues están arriesgando todo lo que tienen porque entendieron que ya no pueden más ser silenciados", dijo.
Alyokhina igualmente ve muchas similitudes entre los Estados Unidos de Donald Trump, la Rusia de Putin y el Brasil de Bolsonaro, aunque conserva el optimismo de que "incluso sus partidarios" pueden "cambiar" si se dan cuenta de "todo mal" perpetrado por los gobernantes.
"En mi país, casi todos los intelectuales fueron ejecutados por los dictadores de la Unión Soviética. Todos mis poetas favoritos, directores de teatro y cineastas fueron mandados a campos de concentración y disparados", completó.
La activista, que vive en Moscú con su familia, subrayó que no se "callará" y que, pese a ser consciente de que es "vigilada" por las autoridades, seguirá "denunciando la situación" de su país.
Asegura que no le tiene miedo "a nada ni a nadie" y es contundente al afirmar que, una vez concluidas sus actividades en Brasil, regresará a Rusia para "reanudar sus actos" políticos y "activismo".
Y es que Alyokhina tiene bastante claro a qué causa se dedicará en los próximos meses.
Putin "está cambiando la Constitución y está construyendo un nuevo organismo que potencialmente podrá controlar el presidente del país. Y su plan es ser el cabecilla de esa entidad hasta que se muera. Pues hay que protestar contra eso", concluyó.