La compañía de San Francisco se ha visto muy perjudicada este año por la pandemia de la covid-19 y la consiguiente reducción de la movilidad, que han hecho que sus ingresos cayeran de los 13,000 millones del ejercicio anterior a los 11,139 millones actuales.
En este período, los accionistas de la compañía han perdido 3.86 dólares por título, frente a los 6.81 del ejercicio anterior.
El hecho de que, pese a la reducción de ingresos, Uber haya perdido menos dinero que el año pasado, se explica por la salida a bolsa de la compañía en mayo de 2019, una operación que resultó tremendamente costosa para la firma y que hizo que en el segundo trimestre de ese ejercicio registrase las peores cuentas de su historia.
Uber, una de las principales representantes de la llamada economía colaborativa junto con Airbnb, ha visto cómo su actividad principal, el transporte de pasajeros, se desplomaba durante los peores meses de la pandemia, y ha recurrido a servicios alternativos como la entrega de comida o de mercancías para tratar de amortiguar el golpe.
En el último trimestre, la facturación por transporte de personas ha caído un 52 % interanual hasta los 1,471 millones de dólares, algo impensable hace un año, cuando los viajes en Uber crecían a buen ritmo y constituían, con gran diferencia, la principal fuente de ingresos de la empresa.
Ahora, sin embargo, le ha alcanzado Uber Eats, el servicio de entrega de comida a domicilio, que ha crecido un 224 % respecto al año pasado y ya factura 1,356 millones trimestrales, casi lo mismo que el transporte de viajeros.
También al alza pero muy por debajo de la entrega de comida se encuentra el transporte de mercancías, con una subida del 43 % y 313 millones de dólares de facturación.
Durante el último año, la empresa de San Francisco ha aumentado su deuda a largo plazo en casi 2,000 millones de dólares, pasando de los 5,707 millones de diciembre de 2019 a los 7,560 millones actuales.
Las cuentas de Uber sembraron decepción en Wall Street y sus acciones se dejaban un 3.02 % hasta los 61.28 dólares por título en las operaciones electrónicas posteriores al cierre de los mercados neoyorquinos.