El secretario permanente del SELA, José Rivera Banuet, dijo que "el impacto de la crisis económica aun no se ha sentido con toda su fuerza en los países de América Latina y el Caribe y se estima que la situación alimentaria empeorará en los próximos meses".
De esta forma, el documento "Crisis Alimentaria en América Latina y el Caribe. Propuesta de acciones a nivel regional", elaborado por la Secretaría Permanente del SELA que será analizado durante la reunión sobre el tema que se inicia hoy en la sede del organismo, presenta la evolución de los precios de los productos básicos hasta mediados del 2009 y sugiere una serie de propuestas de acción a desarrollar para enfrentar la crisis alimentaria y dar cumplimiento a las diversas recomendaciones de los Estados Miembros del SELA.
Asimismo, da cuenta del marcado descenso de los mismos en la segunda mitad del 2008 y del inicio de una nueva recuperación en el segundo trimestre del 2009. Este documento analiza el impacto de esta situación para la seguridad alimentaria y pobreza en los diferentes países y subregiones de América Latina y el Caribe (ALC).
Igualmente, se hace un seguimiento de las acciones y medidas adoptadas por ALC tanto a nivel nacional, como subregional y regional con relación al tema de la seguridad alimentaria; y se describen los resultados de las más recientes Cumbres, Conferencias e Iniciativas regionales e internacionales vinculadas al tema de la seguridad alimentaria.
El documento señala que los precios de los alimentos comenzaron a aumentar nuevamente en el segundo trimestre de 2009 luego del marcado descenso registrado en la segunda mitad de 2008. Esto sucede en un contexto de reducción de la demanda para consumo debido a la crisis económica internacional y excelentes cosechas por dos años consecutivos a nivel mundial, donde la producción de cereales alcanzó las 2.287 millones de toneladas en 2009.
De acuerdo a los datos revelados por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en junio de 2009, luego de la subida de precios de alimentos y la crisis internacional de 2008, el número de personas con hambre en el mundo ha llegado al récord histórico de mil 020 millones, lo que significa un aumento de 100 millones de personas respecto al 2008.
En América Latina y el Caribe el número de personas con hambre en 2009 alcanzó los 52 millones de personas, lo que representa un incremento del 12.8 por ciento respecto al año anterior. La abundancia de alimentos y el creciente número de personas con hambre sugiere que la relación entre oferta y demanda ha sufrido un cambio estructural, el cual generará un equilibrio a niveles de precios más altos así como un mayor desafío para el logro de la seguridad alimentaria mundial, incluso en el largo plazo.
La FAO ha puesto en duda la posibilidad de alcanzar el objetivo de reducir el número de personas con hambre en el mundo a 420 millones en 2015, fijada en la Cumbre Mundial de Alimentación de 1996 (cuando el número de personas con hambre era 200 millones de personas menor que en la actualidad), de no tomarse medidas inmediatas y de alcance global.
De acuerdo a la FAO, son necesarios 30 mil millones de dólares anuales para garantizar el acceso a los alimentos a los 9 mil millones de personas que habitarán el mundo en el año 2050.
En este contexto, la Secretaría de la FAO ha relanzado el reto de eliminar el hambre en el mundo con vistas a la Cumbre Mundial de Jefes de Estado y de Gobierno sobre Seguridad Alimentaria, que tendrá lugar del 16 al 18 de noviembre de 2009 en Roma. El nuevo objetivo propuesto, de acuerdo al documento preparatorio publicado por FAO sería eliminar el hambre en el mundo para el año 2025.
Se reconoce el fracaso de las medidas adoptadas a partir de los acuerdos alcanzados en las dos cumbres alimentarias mundiales previas (1996 y 2002), estableciendo que el sistema de gobernanza alimentaria mundial no se encuentra debidamente coordinado y no es eficiente en la actualidad.
FAO destaca asimismo que si bien existen a nivel bilateral, regional y multilateral sistemas de emergencia ante desastres naturales y conflictos entre países, no existe ningún organismo responsable de enfrentar las crisis alimentarias como la de 2008. Sumado a esto, se verifica un severo descenso de los recursos financieros e inversiones asignados a la agricultura en los países en desarrollo en el largo plazo. En este sentido la FAO da cuenta de que la ayuda para el desarrollo destinada a la agricultura ha disminuido un 58 por ciento en términos reales entre 1980 y 2005 al tiempo que su proporción en la ayuda total al desarrollo se redujo de un 17 por ciento en 1980 al 3.8 por ciento en 2006.
A pesar de las cifras de aumento del hambre en 2009, el impacto de la crisis internacional todavía no se ha sentido con toda su fuerza en la mayor parte de los países de la región y es de esperar que esto suceda en los próximos meses. Esto generará una mayor cantidad de personas con insuficiencia alimentaria al tiempo que los altos precios de los alimentos significarán una menor capacidad de compra para los sectores de la población más comprometidos. En particular, los altos precios de los alimentos tendrán mayores consecuencias negativas sobre los países deficitarios en alimentos.
Dadas las potencialidades productivas en alimentos de América Latina y el Caribe, su condición de región superavitaria en alimentos, y el énfasis dado en diversos foros internacionales en los últimos meses sobre la necesidad de afrontar decididamente el problema del hambre en el mundo, sería inaceptable que no se adopten las medidas necesarias para combatir adecuadamente el problema en la región y en el mundo.
Para poder aprovechar las iniciativas que se han presentado sobre esta materia, se necesita que ALC tenga presencia, voz y posiciones definidas para plantear con autoridad y peso político sus legítimos intereses, así como la contribución que la región por sus características y potencial agrícola, puede hacer a la solución del problema de seguridad alimentaria mundial.
Al respecto, el SELA puede apoyar a los Estados Miembros en la articulación y diseño de una respuesta adecuada que defina, por un lado, las políticas y programas que se requieren para garantizar la seguridad alimentaria de la región, y por otro, identificar la contribución que ALC puede aportar a la estrategia que se promueva para atender la seguridad alimentaria a nivel mundial.