Ruiz Sacristán, quien se definió a sí mismo como un "decano" de los banqueros, recordó hechos históricos experimentados por la banca en las últimas décadas, entre estos la "insólita devaluación de 1976", cuando ni siquiera se pensaba que pudiera ocurrir en México.
También señaló la "traumática nacionalización de la banca en 1982", que tampoco había sido asimilada, pese a que en años anteriores se había acentuado la intervención del Estado en la economía.
Recordó, asimismo, la profunda crisis de 1995 que dejó una de las huellas más profundas en el país, cuya magnitud no pudieron prever ni los analistas más agudos y que afectó las finanzas y la vida de todos los mexicanos.
"Eran tiempos de angustia, sin embargo de esas crisis aprendimos todos y hoy nuestro sistema bancario es uno de los mejores capitalizados en el mundo", aseguró el nuevo líder de los banqueros.
Ruiz Sacristán señaló que la banca está lista para impulsar el crédito y respaldar a las empresas de manera "dinámica y segura".
Aseguró que el crédito de la banca comercial se ha elevado, como proporción del PIB, del 15,7 % en 2000 al 20,1 % en 2010, "un buen crecimiento, pero insuficiente" que muestra la oportunidad "para continuar creciendo sin descuidar las sanas prácticas del otorgamiento".
Señaló como una de sus metas "profundizar la bancarización" y acercar a los millones de jóvenes que se integrarán al mercado laboral en los próximos años.
En los últimos meses, según analistas financieros, surgieron discrepancias dentro de la ABM, básicamente entre bancos pequeños, la mayoría en manos de banqueros mexicanos, y grandes, principalmente controlados por grupos financieros internacionales.
Según los analistas, los bancos grandes minimizaban aspectos que afectaban a los pequeños en diversos aspectos de la regulación, por lo que los pequeños exigieron elevar su representatividad en el organismo.
Con la asunción del nuevo presidente de la ABM, concluyó sus trabajos la 74 Convención Bancaria.