El nuevo pacto supone la modernización del Tratado de Libre Comercio de América de Norte (TLCAN), vigente desde 1994, y se logró tras espinosas negociaciones, incluidas las amenazas por parte del entonces presidente estadounidense Donald Trump (2017-2021), que calificó el pacto previo como "el peor de la historia".
Un año después, los tres países reconocieron las ventajas del pacto para ofrecer certidumbre a inversores, empresarios y trabajadores en el difícil panorama económico global.
"Nuestra relación comercial está construida sobre unas profundas y duraderas cadenas de suministro", dijo Mary Ng, ministra de Comercio Internacional de Canadá, en su intervención en una conferencia virtual organizada por el centro de estudios Wilson junto a sus homólogas Katherine Tai, representante de Comercio Exterior de EEUU; y Tatiana Clouthier Carrillo, secretaria de Comercio de México.
Ng puso como ejemplo la "dificultad" de decir de dónde es oficialmente una hamburguesa servida en un restaurante de alguno de los tres países.
"La carne canadiense, el pan mexicano, la lechuga californiana y los tomates mexicanos", remarcó la ministra canadiense sobre la integración regional.
Por su parte, Tai destacó la necesidad de "actualizar" el TLCAN, que se había quedado anticuado tras más de dos décadas en vigor y destacó que el nuevo pacto debe ser "el principio de una nueva generación de acuerdos comerciales", especialmente por su refuerzo de las protecciones laborales y medioambientales.
"Aún queda trabajo por hacer", agregó.
PRIMERAS DISPUTAS
De hecho, la ratificación en el Congreso estadounidense se retrasó durante meses debido a las dudas sobre las garantías de aplicación de los estándares medioambientales y laborales en México.
En este sentido, varios sindicatos de EE.UU. presentaron en mayo la primera queja laboral en México bajo el nuevo tratado comercial en la que critica que se les negara representación sindical independiente a unos trabajadores de la planta de automoción Tridonex en Matamoros, ciudad mexicana en la frontera con Texas.
También en mayo el Gobierno mexicano denunció "la falta de aplicación de leyes laborales" en la industria agrícola y en el procesamiento y empacado cárnico en Estados Unidos, como el impago de salarios y tiempo extraordinario, y la exclusión de los trabajadores del derecho a la organización y negociación colectiva.
Y Estados Unidos ha abierto una investigación sobre las cuotas lácteas impuestas a sus ganaderos para acceder al mercado de Canadá.
COMERCIO Y PANDEMIA
El acuerdo, además, entró en vigor en medio de la pandemia del coronavirus, lo que puso a prueba su efectividad desde su comienzo.
Para la secretaria (ministra) de Comercio de México, Tatiana Clouthier Carrillo, sin embargo, no hay duda de sus efectos positivos.
Carrillo afirmó que "el pacto ha sido un "poderoso motor" para la "recuperación económica" de los tres países en medio de los retos planteados por la pandemia, ya que ayudó a reforzar la "confianza de los inversores".
"Mientras que el comercio ha caído casi en general en todo el mundo en el pasado año, el T-MEC continúa siendo una de las más, si no la más importante, relación comercial de EE.UU.", explicó Steve Liston, director del centro de estudios Council of the Americas, en una reciente conferencia.
Desde la frontera también se agradece la claridad aportada por la ratificación del nuevo pacto, que engloba un flujo comercial asciende a un valor de más de 1.2 billones de dólares anuales
Sergio Contreras, presidente del Rio Grande Valley Partnership, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la promoción económica en esa zona fronteriza del sur de Texas, reconoció la inquietud generada durante las negociaciones de más de un año en el Congreso estadounidense para su aprobación definitiva y que amenazó con hacer descarrilar el acuerdo trilateral.
"Durante el tiempo que estuvo en el limbo, los proyectos se paralizaron", recalcó Contreras al medio especializado de comercio FreightWaves.