El periódico citó estudios de la consultora británica Economist Intelligence Unit y de los bancos Itaú y HSBC, que coinciden en que el crecimiento económico de Perú se situará en un promedio anual del 6.4 por ciento durante el período analizado.
Según esos análisis, en segundo lugar se situará Ecuador (5.5 por ciento), seguido de Chile (5.4 por ciento), Colombia y Bolivia (ambos 5 por ciento), Argentina (4.9 por ciento), Uruguay (4.6 por ciento), Guayana (4.5 por ciento), Surinam (4.5 por ciento), México (3.9 por ciento), Paraguay (3.2 por ciento) y Venezuela (3.2 por ciento).
En el caso de Brasil, los tres estudios preven que la media de crecimiento anual será del 2.4 por ciento entre 2011 y 2013, período que coincide con lo que lleva en el poder la presidenta Dilma Rousseff.
Los estudios también citan a algunos países asiáticos y europeos que tendrán un comportamiento mejor que el previsto para la economía de Brasil, hasta ahora considerada por muchos analistas financieros como la "locomotora" de América Latina.
Entre ellos, destacan las previsiones de crecimiento para China, que sitúan en un promedio del 8.5 por ciento entre 2011 y 2013, Indonesia (6.4 por ciento), India (6.4 por ciento), Turquía (5.2 por ciento), Malasia (4.9 por ciento), Rusia (3.9 por ciento), Tailandia (3.4 por ciento), Suráfrica (3.1 por ciento), y Polonia (2.7 por ciento).
Según el economista jefe del banco Itaú, Ilan Goldfajn, todos los países latinoamericanos han sentido los efectos de la crisis global, pero la desaceleración de la economía brasileña es mayor, debido en parte a una tasa muy baja de inversión, que se sitúa en torno al 18 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).
En el caso de Perú y Ecuador, los dos países latinoamericanos con el mejor comportamiento económico, esa tasa llega al 25.4 por ciento del PIB, señaló el experto.
En opinión del economista jefe del banco HSBC en Brasil, André Loes, otro factor que explica el freno de la economía brasileña es la pérdida de competitividad de la industria nacional, atribuida a atrasos tecnológicos y a deficiencias de infraestructuras, que provocan un encarecimiento de los precios.
"Brasil se ha convertido en un país caro y poco competitivo, y eso tiene un impacto negativo en las decisiones sobre inversiones", indicó Loes.