El Mapa de Riesgo Político 2013, presentado hoy, excluye a los países desarrollados y determina que los países con un nivel de riesgo más bajo para la inversión son Brasil, Uruguay, Costa Rica, Sudáfrica, Botsuana, Omán, Catar, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Rumanía, Bulgaria, India, Bangladesh y Malasia.
Por regiones, en América Latina se observa una clara brecha entre los países con poca exposición al riesgo, como Brasil, Uruguay, Colombia o Perú, y los de alto riesgo, que siguen siendo Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia, Cuba o Paraguay, por cuestiones diversas como la interferencia política o la violencia.
Los países del Magreb, excepto Marruecos, continúan con altas tasas de riesgo político tras la primavera árabe y Argelia, Malí o Chad acusan la inestabilidad creciente que se está produciendo en el Sahel, lo que consolida África como el continente de más riesgo, con excepciones destacadas como Sudáfrica o Botsuana.
Tras dominar las mayores caídas en 2012, los países del Golfo Pérsico siguen siendo destinos con un riesgo político bajo, al igual que India, al tiempo que Rusia y China cuentan con un riesgo medio ocasionado sobre todo por las interferencias políticas.
El director de caución internacional y riesgo político de AON, Mariano Viale, ha destacado una tendencia positiva en la reducción de riesgos a la inversión en comparación con el año anterior, aunque ha explicado que "venimos de riesgos muy altos, por lo que la situación es muy volátil".
La reducción en la exposición al riesgo político de ciertos mercados se explica, según AON, por "la recuperación de muchos países después de la crisis financiera de 2008 y de la primavera árabe de 2010".
Con respecto a 2012, son doce los países que han empeorado en su calificación, entre los que destacan Panamá, Paraguay o Argelia, al mismo tiempo que trece han mejorado, como Guatemala o Emiratos Árabes Unidos.
El informe de AON tiene en cuenta variables como la transferencia de divisas, el sistema legal y regulatorio, la interferencia política, la violencia política, el impago de deuda soberana o la vulnerabilidad de la cadena de suministro.
Además, introduce por primera vez factores como el riesgo de hacer negocios, la vulnerabilidad del sector bancario o el riesgo de estimulo fiscal.