La medalla de bronce fue para Holly Bradshaw. La británica, con la misma marca que la rusa, dejó fuera del podio a la campeona olímpica anterior, la griega Katerina Stefanidi (4.80).
A sus 29 años, Nageotte ha escalado la cumbre de su carrera, hasta hoy sin grandes éxitos internacionales. Este año había superado cuatro veces los 4.90 y ganó el título nacional con 4.95, la mejor marca mundial del año.
La final femenina planteaba un duelo entre la campeona olímpica Stefanidi y la campeona mundial Sidorova, pero Nageotte terció en la contienda para alzarse con la mejor parte.
Stefanidi, que acompañó a las tres medallistas hasta los 4.80, no pudo, en su primer intento, con los 4.85, ni tampoco con los 4.90 en los dos saltos que se dejó. La campeona de Río quedaba fuera del podio de Tokio.
En la ronda clasificatoria, lesionada al partirse su pértiga en uno de sus saltos, se había quedado fuera la estadounidense Sandi Morris, subcampeona olímpica en Río.
Compitiendo como atleta neutral autorizada, Sidorova llegaba a Tokio segunda en el ránking mundial del año con 4.91.
El concurso llegó a su encrucijada cuando el listón se colocó a 4.80 altura que sólo superaron cuatro atletas: Sidorova, Bradshaw Nageotte y Stefanidi, que atacaron, en esas posiciones provisionales, los 4.85. Las tres primeras lo pasaron al primer intento. La griega, que falló el primero, se dejó los dos siguientes para los 4.90, pero también fracasó.
Los 4.90 decidieron el orden de las medallas. Nageotte tuvo éxito en su segunda tentativa, las otras dos fallaron y, con el oro asegurado, renunció a seguir compitiendo.