En unas difíciles condiciones climatológicas, con constantes ráfagas de viento, Nadal, que no ganaba al helvético desde 2014 y ante el que acumulaba cinco derrotas consecutivas, volvió a demostrar su superioridad sobre la tierra batida de París.
El balear, que no ha perdido ninguna final en Roland Garros, tratará de levantar su duodécima Copa de los Mosqueteros frente al ganador del duelo entre el serbio Novak Djokovic, número 1 del mundo, y el austríaco Dominic Thiem, cuatro.
Nadal iguala a Martina Navratilova en el récord de finales disputadas en un mismo Grand Slam.
En busca de su décimo octavo grande, el español disputará su vigésimo sexta final de uno de los cuatro Grand Slam.
"Quiero felicitar a Roger, es increíble que con 37 años mantenga este nivel. Probablemente sea el mejor jugador de la historia, siempre es un placer jugar contra él", dio el español desde la cancha de una abarrotada pista central de París.
A punto de cumplir 38 años, Federer se quedó sin poder conseguir su nuevo desafío, el de derrotar a Nadal en su torneo, en el que acumulaba cinco derrotas.
El día que se cumplían diez años de su único triunfo en el Grand Slam de tierra batida, Federer vio escaparse una vez más el sueño de derrotar a su bestia negra.
Planeaba para ello atacar con un tenis más agresivo, subir a la red, obligar al español a defenderse.
Pero el plan no surtió efecto. Fue Nadal quien impuso su ritmo, quien volvió a repetir las claves que le hicieron invencible para el suizo en esta superficie, en esta pista.
En medio las ráfagas de viento que barrían la tierra batida de la central, Nadal fue un vendaval, cada vez más intenso, hasta el punto que le propino la segunda derrota más abultada de las seis de París. El suizo solo se anotó 9 juegos. Solo en la final de 2008, cuando ganó 4, lo hizo peor.
La tierra batida arremolinada convirtió la central de París en un desierto sobre el que dos titanes intentaban imponer su ritmo. El español se adaptó mejor, domesticó los intentos del suizo por acortar los puntos, le acorraló al fondo de la pista donde el tenis de Nadal es superior.
El número dos del mundo, que con este triunfo se asegura conservar su ránking tras Roland Garros, mandó desde el inicio. Como en lo seis duelos anteriores en esta edición, comenzó ganando 3-0. Nadal no arrebataba un servicio al suizo la final del Abierto de Australia de 2017. Desde entonces, Federer había encadenado 31 juegos con su saque.
Cuando Federer recuperó su servicio en el quinto, Nadal volvió a arrebatárselo en el siguiente.
El suizo no claudicó y comenzó dominando 2-0 en el segundo tras romper el servicio del español por vez primera antes del tercer set en lo que va de torneo. Pero Nadal no tardó en igualar para empatar a 2.
En el noveno, con servicio del helvético y 40-0 a favor, el once veces campeón dejó otra prueba de su insistencia. Remontó y se hizo con el saque de un Federer que, en ese momento, perdió la poca fe que le quedaba.
El duelo estaba sentenciado. El suizo desesperado perdió incluso los nervios, lo que le valió una advertencia del árbitro. Por su mente desfilaban las constantes ocasiones en las que ha visto a Nadal derrotarle sobre la arcilla.
Solo dos veces le ha ganado en esa superficie, y ya debía parecerle imposible hacerlo una tercera. El desafío que se había planteado era entonces mucho más complicado para el suizo, que había regresado con esa meta tras tres ediciones de ausencia y que afrontaba con fe el duelo.
Solo ganó dos juegos más, derrotado ante la que se le venía encima, incapaz de responder a los gritos de apoyo del público.
Nadal firmó su victoria 92 en Roland Garros, donde ha perdido dos únicas veces, y su triunfo número 24 en el enfrentamiento 39 contra el helvético.
Con esta victoria, acabó con las pocas dudas que quedaban de que su recuperación es total. Se planta en la final habiendo perdido solo un set, ante el belga David Goffin.
Además, se convierte en el primer tenista que derrota diez veces a Federer en Grand Slam, una más que las que le ha ganado Djokovic.