Desde la gestión de su primer presidente, el belga Emile de Beukelaer, hasta el actual, el francés David Lappartient, la UCI, que alberga en su seno 196 federaciones nacionales de los 5 continentes, ha vivido momentos de dificultad, pero nunca a consecuencia de una pandemia como la actual, que hace temblar los cimientos del ciclismo, con el calendario suspendido o aplazado, los equipos en crisis financiera y el futuro de organizadores y ciclistas con la interrogante sobre sus cabezas.
En definitiva, y en palabras del actual presidente Lappartient, " una crisis sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial que golpea de lleno a los ciclistas, equipos, organizadores, patrocinadores y a la gran mayoría de personas y organizaciones que contribuyen a hacer vivir a nuestro deporte".
La UCI, que fue dirigida entre 1981 y 1990 por el español Luis Puig, se ha visto envuelta en controversias como el hecho de homologar ciertos tipos de bicicletas y el uso de los frenos de disco, o en asuntos más polémicos como el dopaje, por ejemplo en relación a la filtración de su médico Mario Zorzoli de controles del estadounidense Lance Armstrong y el caso Festina de 1998, que dio paso a un interminable número de hechos posteriores.
Pero la situación actual es inédita, como en el resto de apartados de la vida social y deportiva, y la UCI se encuentra en un compás de espera para reactivar un deporte que sufre un daño grave mientras el virus hace estragos en el mundo entero.
La UCI se reunió el pasado 2 de abril para adoptar medidas de ahorro, ya que la pandemia afecta gravemente a las arcas de la institución por la suspensión de carreras. El ciclismo está parado, al menos hasta el 1 de junio, fecha acordada con los distintos estamentos del ciclismo para volver a evaluar la situación en función de la marcha de la pandemia. Sobre la mesa la UCI tiene cerca de 700 solicitudes de aplazamiento o cancelación de carreras.
Esta cifra representa el 30 por ciento del calendario internacional, siendo las pruebas de carretera y montaña las disciplinas más afectadas. Todas las clásicas de primavera han desaparecido del programa, así como el Giro de Italia, todas monumentos del ciclismo mundial, dentro de un contexto que también ha visto cómo se aplazaban hasta 2021 los Juegos Olímpicos de Tokio. Los ingresos de la UCI se ven reducidos de forma notable. El cobro de las tarifas del calendario representa una parte importante de los ingresos. Ante estos efectos, la Federación internacional ha elaborado un nuevo plan económico que incluye la reducción de los salarios de sus dirigentes, el cese temporal de 130 colaboradores y la revisión de todos los contratos con los proveedores y demás compromisos con federaciones nacionales.
Mientras que los corredores han anunciado mediante su asociación (ACP) que no admitirán recortes importantes en sus salarios por mucho que comprendan la situación, algunos equipos ya han recortado sueldos, los organizadores se encuentras a la espera de encontrar acomodo en un hipotético nuevo calendario y la UCI habla de salvar al menos el Mundial, que este año se disputa en la localidad suiza de su sede, Aigle.
EL campeonato del Mundo está previsto entre el 20 y 27 de septiembre, por lo que, de momento, "por fechas no peligra", según la UCI. El COVID-19, sin embargo, ya se ha llevado por delante los Mundiales de BMX de Houston (Estados Unidos) y de Mountain Bike Cross-Country de Albstadt (Alemania),
Ante la acuciante crisis, Lappartient anima al mundo del ciclismo a "levantarse", haciendo un llamamiento a la "unidad, a la responsabilidad y al coraje", elementos que falta harán "para reconstruir el ciclismo después de la COVID-19".