Djokovic, que había perdido el último partido que jugó en la pista central, hace un año ante Carlos Alcaraz en la final, lució la misma protección en la rodilla que ha llevado en los últimos diez días, pero se movió sin impedimentos, como ya hizo en sus entrenamientos con Fede Coria, Frances Tiafoe, Daniil Medvedev, Jannik Sinner y Holger Rune.
En una pista que conoce a la perfección, puesto que en ella conquistó siete títulos, Djokovic confirmó que el esfuerzo en su rehabilitación mereció la pena. Puso toda la carne en el asador para estar listo para el torneo y el debut ante Kopriva despejó todas las dudas.
Su primer set fue arrasador, ahondando en los nervios de Kopriva, lanzado desde la previa a la central en apenas el séptimo partido en hierba de su carrera. Sin una sola victoria en Grand Slam en su vida, pensar en dar la sorpresa ante Djokovic, como había hecho minutos antes Jessica Bouzas ante Marketa Vondrousova, era una quimera. El cupo de sorpresas ya estaba completo.
Se le alargó el partido en el segundo set, en un intercambio de tres juegos en el que le costó doblegar al checo, pero a partir de ahí fue un paseo para el serbio, que no tuvo que afrontar ni un punto de rotura con su servicio en todo el encuentro y generó quince. Por sacarle un pero al de Belgrado, dejó escapar seis puntos de 'break'.
"Estoy encantado de cómo me he sentido en la pista. Han sido circunstancias distintas volver a Wimbledon este año, pero estoy encantado de cómo me he visto y cómo he jugado", aseguró el ganador de 24 Grand Slams a pie de pista.
"Me he concentrado en mi tenis y no en la rodilla. Todo lo que podía hacer sobre ella lo he hecho en las últimas semanas. En cualquier otro torneo no me hubiera puesto en riesgo y no habría acelerado tanto, pero esto es Wimbledon", añadió.
El siguiente rival del siete veces campeón en la Catedral será el vencedor del duelo entre el británico Jacob Feanrley y el español Alejandro Moro.