“Udi VS Banksy”, dice en rojo un cartel, en un callejón empedrado de la Ciudad Vieja de Jerusalén.
A un costado, se abre la puerta del taller y galería de Merioz, quien imitando la estética de los estarcidos de Banksy, creó sus propias versiones de dos de las obras más icónicas del artista inglés.
“Niña con globo” es un grafiti que Banksy pintó en 2002 en varios rincones de Londres. Su reproducción en lienzo se autotrituró tras ser subastada en 2018, y aún así fue revendida por 21 millones de euros el año pasado.
En la versión de Udi, rebautizada “No les den armas para que no tengamos que construir un muro”, la niña -que originalmente observa cómo el viento se lleva su globo en forma de corazón- aparece con una pistola en la mano.
La segunda obra, “Lanzador de flores”, plasmada por Banksy en un edificio de Beit Sahur, en Cisjordania ocupada, fue llamada “Se encontrarán con flores” en la versión Udi, donde el joven palestino -que lanza un ramillete- fue sustituido por un judío con indumentaria ultraortodoxa.
“Esta es la reacción de Udi a la propaganda izquierdista anti-israelí de Banksy", explica el pintor israelí en una nota junto a su obra.
"Es nuestro sueño y deseo que las organizaciones terroristas de musulmanes extremistas y radicales cambien, y que en lugar de bombas, traigan paz y flores (…) Pero hasta que eso suceda, tenemos la intención de proteger a nuestros hijos”, añade, mientras el conflicto palestino-israelí vive uno de sus momentos más mortíferos desde la Segunda Intifada (2000-2005).
“MORALMENTE SUPERIORES”
Portando una kipá y una bata blanca manchada de pintura multicolor, un sonriente Udi acoge diariamente a decenas de turistas y locales. Su prolífica obra, que incluye paisajes de la Ciudad Santa, palomas blancas, pasajes bíblicos y soldados israelíes en el Muro de las Lamentaciones, ha sido expuesta por todo el mundo.
Además, forma parte de la colección de la Oficina del Primer Ministro de Israel, una institución para la que fue curador.
“Si yo hubiera nacido de una madre palestina, de un padre árabe, yo pelearía por los palestinos, pensaría que ellos tienen razón. Pero nací judío, veo las cosas desde una perspectiva diferente”, dice a EFE, mientras garabatea acuarelas que luego obsequiará a los pasantes, incluidos niños árabes del vecindario.
“No importa si son musulmanes, no los juzgo por eso, soy el primero en desearles lo mejor. Mi problema es con los europeos como Banksy. Ellos están sentados como en un partido de fútbol: Aquí está el Manchester City, aquí está Leeds. Banksy quiere ser hincha del Manchester, felicitaciones, pero él no está jugando”, dice a modo de metáfora sobre el conflicto palestino-israelí.
“Esos europeos sentados en las universidades aconsejándonos 'hagan esto o aquello' no están en el partido. Su juego es sentirse moralmente superiores para juzgarnos”, asegura, mientras su tienda se abarrota de compradores coreanos, estadounidenses y alemanes... aunque ninguno interesado en las estampas antibanksy.
"Banksy puede apoyar a quien quiera, solo digo que hay dos equipos en el campo, y yo muestro la otra cara de la moneda", argumenta este graduado del Colegio de Arte de Edimburgo, defendiendo el muro que erigió Israel para demarcarse de Cisjordania en la Segunda Intifada, que dejó más de 1.000 israelíes y 3.000 palestinos muertos.
NI FLORES NI CORAZONES: "SOLO HAY SANGRE"
Conocido como "el muro del apartheid" en Cisjordania ocupada, esta colosal valla de concreto -considerada ilegal por la ONU- ha servido de lienzo para Banksy, y sus obras en aerosol se han convertido en un símbolo local.
Al enterarse de las versiones de Udi, muchos palestinos se sorprenden e indignan.
“Esas imitaciones me enojan muchísimo”, dice un palestino frente a “The Alternativity”, un grafiti que Banksy hizo sobre el muro que rodea Belén y que muestra a dos ángeles tratando de abrir la valla con una herramienta.
“Los judíos siempre se ponen como víctimas. Invito al artista judío que hizo eso a vivir de este lado del muro, ya veremos si sigue pensando que los terroristas somos nosotros y que el muro es algo bueno”, comentó este comerciante, pidiendo el anonimato por miedo a represalias de autoridades israelíes.
Israel se hizo con el control de Cisjordania y Jerusalén Este en 1967, y desde entonces mantiene su ocupación con constantes redadas militares y construcciones de asentamientos.
“Banksy nos trae un mensaje de paz, pero yo soy pesimista. Me gustaría creer en flores y corazones, pero en la realidad solo hay sangre", dice Mohamed, residente de un campo de refugiados en Cisjordania.
"Si los israelíes vienen y matan a tu familia, destruyen tu casa, roban tu tierra y agua... no les vas a dar flores. A toda acción hay una reacción”, explica este joven, que sin embargo vende souvernirs inspirados en la obra de Banksy.