Se trata de un retazo descriptivo de la obra “diario de sueños”, interpretado por la artista del feminismo punk, Itziar Okariz, que en los últimos años sus prácticas han estado ligadas al modo de transmisión y pedagogías del arte.
“Es una performance que no tiene que ver con las palabras, narración o imágenes producidas por esas palabras, sino por medio de un diario, donde intento generar una ficción que yo no pueda controlar, a través de los sueños, que es una actividad corporal que compartimos todos”, explica a EFE.
Okariz pone en discusión las formas de regular el lenguaje y la producción de signos que definen a las personas mediante ‘performance’ vocales, videos e instalaciones y piezas de texto. Esta artista, una crítica ‘queer’ de las construcciones normativas de género, examina los vínculos entre arquitectura, territorio, el cuerpo, lo ritual, la sexualidad y la semiótica.
Todo esto es solo un adelanto de la temporada 2024-2025, que arrancará en marzo próximo con la presencia de artistas del calibre del argentino Gonzalo Elvira, la galardonada con el Velásquez y el Nacional de Artes Plásticas de España, Esther Ferrer o la pareja franco-española Helena Cabello y Ana Carceler.
Bajo una coproducción entre el Macba y la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), junto al Centro Cultural de España en Buenos Aires, se presentará la muestra “Bailemos juntas para sentirnos los cuerpos”.
Tender un puente, o “cuerpo”, entre España y Argentina es el ideal artístico que llevará a cabo el comisario independiente, gestor cultural y docente universitario Javier Martín-Jiménez, al momento de organizar esta exposición performática.
Martín-Jiménez cuenta a EFE que su objetivo fue reunir artistas de distintas generaciones y contextos dispares, presentando al “cuerpo” como un soporte, es decir, el lienzo sobre el cual presentarán cada obra de acción.
“La idea fundamental está en la palabra ‘cuerpo’, pensada como entidad en sí misma. Materia prima de trabajo por muchas de las artistas. A través de las exposiciones vamos a ir descubriendo el cuerpo como medida de todas las cosas, pero también como un recurso de trabajo en lo inmediato”, alega este comisario de arte.
El título de la muestra promete una crítica política al imaginario social hegemónico del cuerpo humano como una de las reivindicaciones básicas del feminismo universal: “Tu cuerpo te pertenece y solo tú puedes decidir qué hacer con él”, explica Martín-Jiménez.
“Si no puedo bailar, no quiero ser parte de tu revolución”, parafrasea el gestor cultural a la escritora, anarquista de primera mitad de siglo XX, Emma Goldman, para definir la participación de los espectadores en cada muestra, que contará con fotografías, videos e instalaciones propias.
“Todo este proyecto nace de poner temas que tienen en común Argentina y España, pero también a lo largo del tiempo. Sin importar donde estemos hay ciertos temas que se comunican entre sí”, sostiene.
La exposición iniciará con, el patagónico afincado en Barcelona, Gonzalo Elvira, que presentará “Celebración y Naufragio”. Un diálogo imaginativo y abierto de a seis personas para una relectura creativa de la Escuela de la Bauhaus alemana. Un homenaje de revisión libre, manteniendo la atracción del legado estético e ideológico de la “Casa de la Construcción Estatal”, sin falta de ironías o reapropiaciones evidentes.
Para julio, las obras de la pionera del arte performático en España, Esther Ferrer demostrará su contribución a visibilizar las problemáticas asociadas a la mujer. Dos pisos del museo estarán cubiertos de ‘performance’, objetos, fotografías intervenidas, vídeos y colajes.
Algo que también tendrá, la mirada plural de expresiones lingüísticas de, Pilar Albarracín, que compartirá un diálogo con Ferrer. La programación cerrará en diciembre con las críticas de la cultura visual hegemónica de Cabello/Carceller y la obra participativa de la joven Leonor Serrano Rivas.
“El arte es siempre político”, afirma Martín-Jiménez, mientras resalta la necesidad reivindicativa “para no ser neutros”. “Debe servirnos para generar diálogo y ser espectadores emancipados, críticos porque así el intelecto aumenta”, concluye
Okariz continúa describiendo sus sueños, de los cuales aseguran ser, los “mismos que el resto del mundo”, quizá hasta similares con los que pintaba el museo de arte contemporáneo de Castilla y León. “Es curioso porque los espacios e imágenes oníricas son ficciones que tenemos todos”, remata.
Su ‘performance’ mantiene interés en forzar los límites del pensamiento para rearticular las cosas, donde su “feminismo de calle” se hace presente en cada acción. “Eso te va a permitir no ser predecible para ti misma. Voy produciendo imágenes, casi como si fueran una película, saltándome el andamio de lo que es el lenguaje escrito u oral”, describe.