Pessoa (Lisboa 1988-1935) es considerado el gran poeta portugués del siglo XX, caracterizado por una innovación en la producción literaria en portugués, en la que irrumpió con numerosos heterónimos con los que publicó y dejó una amplia obra inédita.
El director del Círculo de Bellas Artes, Juan Barja; los autores del documental Alberto Ruiz de Samaniego y José Manuel Mouriño; del atlas David Sánchez Usanos, y el cantautor Pablo Guerrero que pone voz a algunos poemas de Pessoa.
El proyecto se expone hasta el 5 de marzo de 2017 de forma interactiva en el recinto cultural, para que mediante pantallas pueda ver y escuchar las 27 escenas que componen el documental, o consultar el atlas.
“La intención es que también esto sirva al espectador a acercarse a la literatura de Pessoa”, explicó Mouriño, tras decir que el trabajo es una “confrontación de la literatura del escritor con los lugares de su biografía en Lisboa”.
Ruiz de Samaniego expuso que no se entiende a Pessoa sin la vida metropolitana que llevó esos años en la capital portuguesa, al tener sus lugares, sus valles, su puerto en sus escritos, por lo que “la voz suya estaba en todos esos lugares”.
Recalcó que se trata de un autor que es menos conocido en España, pues una parte su obra no ha sido traducida al español, e incluso más de un 20 por ciento del legado inédito encontrado décadas después de su muerte aún no se publica.
Sánchez comentó que se trata de un viaje por el tiempo, para conocer lo que veían los ojos del poeta, lo que le hizo escribir mucha de su obra.
Por su parte, Barja recalcó que se trata de un proyecto iniciado hace más de dos años, que permite conocer la biografía del poeta portugués en un atlas y un documental de hora y media estructurado en escenas.
El material audiovisual cuenta con la voz de la intérprete y estudiosa de música Ana Zugasti, y de Guerrero que contó en esta presentación que el proyecto lo atrapó al sentirse “maravillado por la traducción al español” de la poesía de Pessoa.
Para ambientar la difusión de la obra del portugués, la sala de exposición fue diseñada a modo de café lisboeta, y suelo decorado con adoquín de acera portuguesa, para situar al espectador en los lugares por los que pasó el poeta.