Poniatowska dedica el Cervantes "a los que caminan a pie"

Cuando Elena Poniatowska supo que había sido galardonada con el premio Cervantes escribió un discurso sobre el célebre autor del "Quijote" y su legado. "Se lo leí a una amiga mía y me dijo: 'Es malísimo, tienes que rehacerlo a partir de lo que eres tú'", explicó hoy en Madrid la escritora y periodista mexicana.

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Elena Poniatowska.

Fue entonces cuando decidió hablar desde el corazón y aprovechar el galardón para lanzar un mensaje sobre su querida América Latina y su gente, aquella que "camina a pie, que no tiene automóvil y no va en autobús, en todo caso en algún burro".

Su firme compromiso con la justicia y la igualdad, impreso en obras periodísticas y literarias, resonará de nuevo el miércoles en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), en la ceremonia de entrega del galardón más importantes de las letras españolas, que estará presidida por los reyes de España.

Poniatowska es la cuarta mujer que se alza con el prestigioso premio y será la primera que suba "al púlpito" a recogerlo. "Procuraré no caerme", dijo hoy con una sonrisa ante la prensa.

La escritora, nacida en París en 1932 y exiliada a los diez años en México, recordó que ninguna de sus antecesoras pudo hacerlo: "Ana María Matute dijo su discurso sentada en la silla de ruedas; María Zambrano no acudió porque estaba enferma y, en el caso de la cubana Dulce María Loynaz, una persona tuvo que hablar por ella", explicó.

Recibir el Cervantes es para Poniatowska un "honor inmerecido y muy sorpresivo" que todavía le "marea". Pero, sobre todo, supone la apertura de una puerta a las mujeres escritoras. "Hay muchísimas que lo merecían más que yo", dijo citando a las mexicanas Rosario Castellanos, Elena Garro, María Luisa Puga y Ángeles Mastretta.

Según desveló hoy, el miércoles recogerá el premio ataviada con un vestido rojo y amarillo "chillón" que le regaló un grupo de mujeres de Juchitán (México) y que ya ha portado en cuatro ocasiones. "Es una promesa", explicó.

Como suele habitual en vísperas de la esperada ceremonia, la galardonada protagonizó hoy un encuentro con periodistas en Madrid. La llamada "princesa roja" llegó entre una gran expectación a la Sala del Patronato de la Biblioteca Nacional de España, donde le esperaban decenas de cámaras.

Vestida de rosa de la cabeza a los pies y acompañada por parte de su familia, incluidas dos de sus nietas, Poniatowska destiló a sus 81 años naturalidad, sencillez y sentido del humor. "Estoy un poco sorda", dijo excusándose ante los periodistas por no escuchar bien sus preguntas.

La mujer que elevó a literatura géneros como el reportaje o la entrevista destacó el trabajo en México de los profesionales de la comunicación "en situaciones muy duras y muy terribles". "El periodismo es muy útil porque es una gran lección de humildad", dijo, haciendo gala de la suya.

Con una pluma roja entre sus manos -"el color de mi ideología", suscribió-, Poniatowska reflexionó sobre el futuro del periodismo en México: "Es muy difícil estar escribiendo aislada en tu casa cuando fuera están pasando cosas. En América Latina se hace un periodismo de dentro para afuera, es un periodismo de indignación y de denuncia".

Ahora, a sus 82 años y después de haber firmado cientos de artículos para diarios como "La Jornada", el galardón literario llega como en forma de "broche de oro a una vida de escritura".

Una parte simbólica de esa vida quedará encerrada hoy en la llamada Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid, una cámara acorazada en la que los galardonados con el reconocido premio depositan objetos relacionados con su trayectoria vital y literaria.

Como hizo hace cuatro años su amigo, el poeta mexicano José Emilio Pacheco, recientemente fallecido, Poniatowska dejará allí su particular legado: la primera edición de su obra "La noche de Tlatelolco" (1971) y un manuscrito de su puño y letra "en un papel amarillo muy corriente", el llamado "papel revolución".

Pero, además, hará un homenaje a su padre con la cesión de una pulsera de latón grabada con su nombre, Jean Joseph Poniatowski, que éste portó cuando luchó en la segunda guerra mundial para ser identificado si fallecía en combate. "Es lo más entrañable para mí, lo que más me llega al corazón", señaló la escritora.

Pocos días después de la muerte de Gabriel García Márquez, Poniatowska tuvo sus primeras palabras para el "amado" escritor: "Lo que hizo es único porque echó a volar e hizo despegar a América Latina. Como Remedios la Bella se va volando por la ventana (en 'Cien años de Soledad'), es lo que hizo 'Gabo' para América Latina: darle las alas que antes no tenía".

Destacó también "la figura extraordinaria" y el legado que deja el importante crítico literario mexicano Emmanuel Carballo, quien murió el domingo a los 84 años.