En sus cuentas de X, su editora Caroline Michel y la compañía editorial Faber Books confirmaron el deceso de la autora de más de 20 novelas: "Murió pacíficamente el sábado 27 de julio, después de una larga enfermedad. Nuestros pensamientos están con su familia y amigos, en particular con sus hijos Marcus y Carlo".
En el mensaje en la red social, su editorial no dudó en calificar a O'Brien "como una de las más grandes escritoras de nuestra época. (que) Revolucionó la literatura irlandesa, capturando la vida de las mujeres y las complejidades de la condición humana en una prosa luminosa y sobria, que tuvo una profunda influencia en tantos escritores que la siguieron".
O'Brien, fue una escritora feminista, muchas veces calificada como "intrépida y franca", a juicio de The Irish Times, que dentro de su producción literaria también escribió sendas biografías de sus compatriotas James Joyce y Lord Byron, así como obras de teatro y guiones.
Sin embargo, fue más conocida por las polémicas que generaron sus novelas, desde sus primeras obras, 'The Country Girls ('Las chicas de campo, 1960), que impresionó tanto por su calidad literaria como por reivindicar la independencia de las mujeres en un ambiente hostil, según algunos críticos progresistas de la época.
El título fue proscrito de las librerías de Dublín por “falta de religión y pornografía”.
A esta le siguieron 'The Lonely Girl', luego renombrada 'Girl with Green Eyes' (1962), y 'Girls in Their Married Bliss' (1963), ambas censuradas públicamente por las instituciones conservadoras irladesas de la época.
En una entrevista con EFE en 2016 O'Brien afirmó estar acostumbrada a la controversia pues su carrera literaria arrancó en una época muy puritana para sus ideas.
De igual forma, aseguró que los elogios provenientes de autores como Philip Roth o John Banville eran "antídoto a los insultos", en ese entonces recibidos por su novela 'Las sillitas rojas', que definió como una tragedia contemporánea a través de los ojos de una mujer prisionera del romanticismo.
Al igual que sus otras novelas siempre ubicó sus historias en la Irlanda rural en la que nació, donde trataba de elogiar, a su juicio, la supervivencia y a los desplazados, a los refugiados de las guerras, "y a cómo pueden vivir y mantener la esperanza y la cordura en esas circunstancias".
En la entrevista opinó que "el mal es desgraciadamente algo intrínseco a nuestra sociedad" y se quejó de que algunos individuos con un fuerte magnetismo llegaban a "hipnotizar" a las personas, las cegaban y las convertían en discípulos "a los que les cuesta distinguir el mal y no lo identifican hasta que es demasiado tarde".
Señaló que "si un escritor no consigue que su historia resulte creíble para los lectores, que se convierta en parte de ellos, ha fracasado", que por eso se tardaba tanto en escribir.
En su momento opinó que la literatura moderna ya no transmite sensaciones creíbles, que ahora se apuesta "por el exhibicionismo y lo fácil".
Edna, a juicio de su editorial, fue "un espíritu desafiante y valiente" que abrió nuevos caminos artísticos, que escribió "con sinceridad, desde un lugar de profundo sentimiento".
De igual forma Michel no dudó en calificarla de "generosa, traviesa, valiente (...) una querida amiga para todos nosotros que será extrañada muchísimo". EFE