Ambos, realizador y fotoperiodista, fungieron como jurados en el Concurso Internacional de la Imagen que se efectuó en la V Edición del Festival Internacional de la Imagen, este año auspiciado por Conaculta y el Patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo entre el 8 y 15 de mayo.
Este trabajo fílmico que el realizador estrenó en 1984, le mereció una nominación al Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos. El documental es una desesperanzadora muestra de la vida en las calles de 9 jóvenes sin alternativas, sin destino, sin proyecto de vida, sin salida, que pone de manifiesto los resultados de la disfunción familiar y, al ser la familia el núcleo de la sociedad, se extrapolan las conclusiones a la descomposición de la vida social de los Estados Unidos.
El documental de Martin Bell nació de una idea surgida a partir de un reportaje de la periodista de Life, Cheryl McCall, que su esposa Mary Ellen Mark ilustró con su trabajo fotográfico, aparecido en la edición de julio de 1983. “Cada año más de un millón de adolescentes huyen de sus casas, la mayoría son niñas y nadie los reporta nunca como perdidos, sólo tienen la total indiferencia de sus padres. Cada año unos 5,000 adolescentes no identificados terminan en tumbas sin nombre, de acuerdo con los registros federales, y otros 50,000 simplemente desaparecen. Nadie sabe lo que les pasa”, reza el reportaje de McCall.
Mary Ellen Mark, ya célebre por sus trabajos de profundo interés social, instó a su esposo a que se hiciera un documental basado en ese reportaje. El director siguió el consejo de su esposa y la línea argumental la fundamentó en un personaje de las calles, Erin Blackwell, una prostituta-niña de 14 años que se conoce en el filme con el nombre de ‘Tiny’, vagabunda que pasa algunas partes de su tiempo en la casa de su madre alcohólica, Pat, quien no parece inmutarse por la prostitución de su hija, calificando esa vida como sólo una "fase", aunque la chica padezca gonorrea.
Tras la culminación del documental, Mary Ellen Mark continuó fotografiando a Erin, y el resultado dio origen a dos libros más que revelan cómo después de “Streetwise”, Tiny continuó su vida de prostitución, se convirtió en una adicta a las drogas, obesa y dio a luz a nueve hijos engendrados por varios hombres diferentes. También se exhibe la muerte de uno de los personajes, el encarcelamiento de otra de ellos, así como en qué terminó la vida de los chicos.
A mediados de la década pasada Mark y Bell en otra película de 23 minutos, ilustran los años posteriores de Erin, tras sus continuos naufragios. Ya en edad madura, se había rehabilitado y se estableció con su marido y sus hijos menores. A partir de 2005, la página web de Mary Ellen Mark dedicado a las películas de Martin Bell, señaló que Erin tuvo diez hijos.
Martin Bell, ante un auditorio respetuosamente silencioso tras las proyección de Streetwise y las secuelas, en el Salón de Actos Ing. Baltazar Muñoz Lumbier del Centro Cultural La Garza, explicó que finalmente el problema de los chicos en la calle sí es un problema de Justicia Social, porque “ningún chico huye de familias amorosas”.
También se proyectó un videodocumental sobre el trabajo de Stephanie Sinclair que devino en el proyecto “Too Young to Wed”, una fundación dedicada a visibilizar y exhibir, ante quienes toman las decisiones para cambiar las leyes, políticas o intervención de los organismos de derechos humanos, aquellas situaciones que van contra los derechos fundamentales de los niños y niñas, como pudo patentizar a lo largo de su trabajo como fotoperiodista al atestiguar lo traumática que es la tradición cultural de llevar al matrimonio a niñas cuyos cuerpos aún no están listos ni para el coito, ni para el parto.
El film expone también las condiciones de sometimiento y servidumbre con respecto a los padres, esposos y en general varones de su familia, habla del patriarcalismo que considera a la mujer como un ser que no alcanza la categoría de humano y al que no se le debe ningún tipo de consideración respecto a las decisiones que pueda o deba tomar sobre su vida, cuerpo y tareas a las que ha de dedicar su vida.
Ante un auditorio lleno de jóvenes provenientes de diversas escuelas de educación media y superior del Estado de Hidalgo y de otras latitudes del país, Sinclair explicó que fue Marcus Bleasdale quien la apoyó para convertir su trabajo en un video, el cual al ser exhibido atrajera la atención de más auditorios para crear conciencia de la responsabilidad de los gobiernos y de la comunidad internacional para modificar las condiciones lesivas, agresivas y dolorosas en que viven las niñas y jóvenes de esas partes del mundo.
“Este videodocumental es apenas una muestra de lo que hallé mientras se me asignó la tarea de cubrir la guerra de Afganistán, me causó espanto y me propuse documentarlo, pero no sólo con fines periodísticos sino con el firme propósito de impulsar políticas públicas para mejorar la situación de las niñas y no se les obligue a casarse. Es tal su terror, que comenzaron a prenderse fuego antes de estar sometidas a su marido, a relaciones sexuales que las lesionan físicamente y a golpes y maltrato por parte de sus maridos por minucias absurdas. No hay nada que justifique ese trato”, dijo Sinclair.
Sinclair agregó que el asunto requiere urgentemente educación en aquellas áreas y en otras latitudes porque las creencias para violentar la vida y los cuerpos de las niñas tienen que ver hasta con supersticiones. En su videodocumental también mostró que sucede lo mismo en México y dijo que en los Estados Unidos hay regiones en que las mujeres se siguen casando demasiado jóvenes por creencias religiosas y totalmente sometidas a voluntades diferentes de la propia.
Ambos documentales que se exhibieron durante el Festival Internacional de la Imagen, FINI 2015, pusieron de manifiesto que desde la perspectiva de dos periodistas de países económicamente más favorecidos del mundo, las condiciones de Justicia Social en ámbitos específicos y exhibidos a través de la fotografía pueden ser el recurso para hacerlos llegar a los tomadores de conciencia y a desmitificar el mito de que el primer mundo es el paraíso en la repartición de bienestar para sus pobladores.