La cantante estadounidense regresa a Londres, en la que será la última parada de su gira europea, con cinco shows previstos desde este jueves y hasta el próximo 20 de agosto, tras su breve paso a finales de junio con tres fechas adicionales, y la capital británica -a la que tantas veces referencia en sus canciones- se ha rendido a los pies de 'Miss Americana'.
Al llegar a la estación de Wembley Park, los seguidores fueron recibidos por un gran mapa del metro de Londres en 'versión Taylor', donde las paradas son temas de la artista y están marcadas con un corazón aquellas partes de la ciudad mencionadas en sus letras mientras al fondo el mítico campo de fútbol proyectaba el cartel promocional de la gira intermitentemente.
Sombreros de cowboy, kilos de purpurina y decenas de conjuntos en honor a cada una de las "eras" discográficas de la artista marcaron la vestimenta de los 'swifties' asistentes al concierto, que se acercaron hasta el lugar del evento con varias horas de antelación y aprovecharon la espera para intercambiarse entre sí las célebres "pulseras de la amistad" en un ritual entre sagrado y festivo.
Otra decena de seguidores hacía cola para tratar de fotografiarse junto a las escaleras laterales de acceso al estadio -ahora renombradas como las escaleras 'swiftie' y cubiertas con varios murales con la cara de la artista- bajo la atenta mirada de varios agentes de seguridad.
Las jóvenes británicas Laura, Layla y Becca, que vivirán esta noche su primer concierto de Taylor Swift, confesaron a EFE cierta preocupación tras la amenaza de bomba en Viena, que acabó con la detención de tres sospechosos, aunque recordaron que, tras el atentado terrorista sucedido en un show de Ariana Grande en Mánchester en 2017 "el nivel de seguridad en el Reino Unido ha aumentado muchísimo".
"Cuando estás allí dentro y ves el equipo de seguridad que hay en Wembley te da más confianza", dice a EFE la colombiana Andrea Obregón, que aceptó trabajar en tres de los conciertos como parte del 'staff' en los bares y la zona VIP sin saber que se trataba de Taylor Swift y admite que el dispositivo policial para este concierto es "impresionante".
Para otras como Amy, de 31 años y originaria de Sheffield, a sus 31 años, será la tercera vez que vea a su ídola en directo, a la que lleva escuchando desde su adolescencia e incluso fue la banda sonora en su boda, pero espera que esta noche sea especial y cree que Taylor Swift aprovechará un momento del show para recordar a las tres niñas asesinadas en Southport en una clase de baile dedicada a su discografía.
"Lo que pasó en Southport fue horrible, desgarrador y este es el primer concierto desde entonces. Quizás veamos a Taylor haciendo algo en su memoria, algo que demuestre que le importa lo que sucedió", dijo a EFE Sam, un joven londinense.
Conforme se fue acercando la hora del concierto, las medidas de seguridad también fueron en aumento y los policías se cercioraron de que nadie que no tuviese una entrada permaneciese en los alrededores de Wembley, incluido un artista callejero o "poeta torturado" -en referencia al último álbum de Swift- que, cabizbajo, recogió su máquina de escribir tras ser rodeado por cuatro agentes. Porque el show debe continuar, le pese a quien le pese.