La historia de amor de Bernoux con este complemento nació una noche de ópera en París. Aquel día vio a "una señora estupenda, vestida con un traje increíble y unos zapatos maravillosos" que, de pronto, sacó un abanico que no tenía nada que ver con su atuendo y le sorprendió. Ahí decidió que quería dedicarse al diseño de abanicos.
Bernoux abrió su primera tienda en Madrid y tras ella llegaron las de Roma, Ibiza, Nueva York, Milán y Sevilla -una ciudad "esencial" por su relación entre la elegancia y la seducción- y, ahora, la internacional Marbella, en el sur de España, sinónimo de lujo y glamour.
Ha recibido encargos "espectaculares" que se han lucido en celebraciones muy especiales, para las que ha llegado a crear un pericón con plumas de avestruz y otro con flecos de seis metros de largo que caían sobre el suelo creando el efecto de una elegante cola.
De Madonna a Tamara Falcó
Bernoux cuenta con clientes anónimos y otros tan conocidos como la cantante Madonna, para quien ha realizado cuatro abanicos, uno de ellos inspirado en la corona de la Virgen Macarena de Sevilla.
Confeccionadas a mano por artesanos y con materiales exquisitos, sus colecciones son ediciones limitadas e incluyen un número reducido de piezas. Están pensadas para que cada mujer encuentre el modelo que encaje mejor con el atuendo que vaya a llevar, su carácter y estilo.
Bernoux huye de las tendencias de temporada y se centra en realizar "creaciones únicas que no se ven en ningún sitio". Cuando le piden algo especial, se fija en la personalidad y la naturaleza de la clienta y hace algo diferente para ella.
Aún siendo muchas de sus propuestas de alta costura, los precios de sus diseños varían y en su catálogo se pueden encontrar modelos más asequibles -de entre 95 y 125 euros- y piezas más exclusivas, que alcanzan los 5.000 euros.
Para Bernoux, los abanicos, también conocidos como pericos, pericones, sopladores, soplillos, abanos, abanillos o aventadores, son "el objeto de la feminidad más absoluta" y requieren una atención especial dentro del universo de la moda que, a su juicio, no se le estaba prestando.
"Abrir y cerrar un abanico cerca del rostro es un gesto absolutamente sensual y femenino", comenta este artista.
Sensualidad y seducción
Precisamente en la sensualidad y en la seducción encuentra el francés su principal fuente de inspiración.
Detrás de esta popular prenda, de su forma de manejarla o de los sutiles movimientos de los ojos que la acompañan, hay toda una simbología que en otros tiempos dio lugar, incluso, a un lenguaje propio que utilizaban las mujeres para comunicarse de forma alternativa a la comunicación verbal.
Abanicarse con rapidez se traduciría en un 'te amo intensamente'; por el contrario, hacerlo lentamente significaría 'me eres indiferente'; apoyarlo sobre la mejilla derecha habría significado 'sí', mientras en la izquierda sería "no", igual que cerrarlo de manera rápida y airada.
Hoy este lenguaje forma parte de una leyenda romántica y esta simbólica prenda se ha convertido en un complemento que en algunas jornadas, especialmente durante las horas más calurosas de los días de verano, se torna necesaria. Además, ya no solo la usa la mujer.
En las propuestas de Olivier Bernoux también hay abanicos para ellos, unos son piezas más provocativas, otros, más masculinas, pero todos son modelos con los que un caballero puede sentirse cómodo, sentencia.