Con cuatro golpes de mazo, David Redden rompió el tenso silencio reinante: alguien ofrecía 4.5 millones de dólares por el sello. Cinco minutos después, el precio se había duplicado y un postor anónimo apuntaba por teléfono 9.5 millones de dólares (unos siete millones de euros). Con ello, la "Guyana británica" se convertía en el sello más caro del mundo.
Aunque lo cierto es que este sello magenta está acostumbrado a los récords: todas las veces que fue subastado batió su propia marca. El último récord mundial lo había obtenido en 1980, cuando fue adquirido por 935,000 dólares.
"Estamos entusiasmados con este precio récord; se trata de un momento grandioso en la historia de la filatelia", dijo el subastador Redden, que de niño también coleccionaba estampillas. "Será difícil superar este precio, y probablemente nunca llegue a ocurrir hasta que la 'Guyana británica' vuelva a subastarse. Reconozco que me duele un poco verla partir".
Pese al récord, Sotheby's no debería sentirse totalmente satisfecha con el resultado, pues antes de la subasta se barajaron los 20 millones de dólares como valor estimado del sello. Hasta la fecha, la estampilla más cara del mundo era la sueco "Tre Skilling Banco" de 1855. La única edición errónea del sello -en amarillo en lugar de verde- se vendió en 1996 en Suiza por 2.875.000 francos (cerca de 1,8 millones de euros).
Entre los sellos de más renombre figura también el legendario "Mauticio Azul", impreso en 1847 en la isla del océano Índico y valorado en unos 500,000 euros. El "Mauricio Rojo", que se encuentra en muy buen estado de conservación, está valorado en hasta 700,000 euros.
Redden calificó la "Guyana británica", impreso en 1856 en la entonces colonia británica en Sudamérica, como el "monte Everest de los sellos". Aunque este objeto de deseo de los coleccionistas resulta difícil de valorar a primera vista para el ojo inexperto: el anverso es magenta oscuro sellado en negro y con letras ilegibles, mientras que el reverso es magenta más pálido, con aún más sellos y letras.
Todo ese texto impreso da cuenta de la movida historia de la estampilla. En el anverso se ve una firma grande en negro. "El sello se hizo de manera un tanto burda y el responsable de correos tuvo miedo de que lo pudieran falsificar. Por eso hizo que cada ejemplar llevara la firma de alguno de los empleados", contó Redder durante la presentación.
Aunque al parecer se imprimieron miles de ejemplares, según Sotheby's sólo ha sobrevivido el sello recién subastado. Su autenticidad fue ratificada en dos ocasiones por la Royal Philatelic Society en Londres y en su reverso quedaron inmortalizados casi todos sus antiguos dueños.
Según la leyenda, el sello fue descubierto por un estudiante de 12 años que un día de 1873 se puso a hurgar en los cajones y armarios de su casa. Así aterrizó en la colección del austríaco Philippe von Ferrary, considerado uno de los principales coleccionistas de sellos del mundo. En el siglo XX pasó por las manos de numerosos millonarios hasta que en 1980 el magnate John du Pont lo adquirió en una subasta.
Du Pont falleció en 2010 en la cárcel, donde cumplía una pena por asesinato, y sus herederos decidieron subastar el sello. Lo cierto es que sea quien sea el dueño, el interés por él será enorme. Varios museos y exposiciones filatélicas han solicitado según Redder poder mostrar en algún momento el ahora sello más caro del mundo. (DPA)