El centro histórico napolitano, donde según la leyenda nació en 1889 la pizza Margarita (preparada con agua, harina, tomate, queso “mozzarella”, aceite de oliva y albahaca) en honor de la reina Margarita de Saboya, ofreció pizzas gratis en el desayuno, el almuerzo y la cena.
Los festejos prosiguieron toda la jornada en las calles del centro napolitano, con la exhibición de “pizzaiuoli” (pizzeros) acróbatas en la monumental plaza del Plebiscito, además de que fue convocada para el próximo 14 de diciembre otra celebración, en la que las pizzas también será gratuitas.
Con un voto unánime, realizado en Jeju, Corea del Sur, el comité de gobierno de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró este jueves a la pizza napolitana como patrimonio inmaterial de la humanidad.
“Victoria. La identidad enogastronómica italiana cada vez más tutelada en el mundo”, anunció en Twitter el ministro de Agricultura, Maurizio Martina.
Desde 2009, la cartera encabezada por Martina inició la campaña a favor de la pizza con el apoyo de las asociaciones de “pizzaiuoli” y de la región de Campania, cuya capital es Nápoles.
Posteriormente llegó el respaldo de la Asociación de Empresarios Agrícolas (Coldiretti), de organizaciones ambientalistas y sociales y se recogieron dos millones de firmas a favor de la designación.
Según Coldiretti, la pizza crea en Italia un negocio de 12 mil millones de euros (unos 14 mil millones de dólares) al año y da trabajo a unas 100 mil personas.
La asociación destacó que, nacida en Nápoles, la pizza se ha vuelto un producto planetario y actualmente Estados Unidos encabeza el consumo, con un promedio de 13 kilos anuales por persona, mientras los italianos consumen un promedio de 7.6 kilos anualmente
“El know how culinario relacionado con la producción de la pizza, que comprende gestos, canciones, expresiones visuales, caló local, capacidad de manejar la masa de la pizza, exhibiciones y el arte de compartir es un indiscutible patrimonio cultural”, dijo la Unesco al motivar su decisión.
“Los pizzaiuoli y sus huéspedes participan en un rito social, en el que la mesa (de preparación) y el horno funcionan como escenario durante el proceso de producción de la pizza. Ello se hace en un ambiente de convivencia que incluye intercambios constantes con los huéspedes”, agregó.
Resaltó que “saliendo de los barrios pobres de Nápoles, la tradición culinaria se ha enraizado profundamente en la vida cotidiana de la comunidad” y que “para muchos jóvenes practicantes convertirse en pizzaiuolo representa también un modo de evitar la marginalidad social”.
En tanto, asociaciones de “pizzaiuoli” manifestaron su deseo de que la declaración de la Unesco permita reconocerlos como profesionsitas especializados, pues actualmente son considerados solamente chefs o cocineros.