Dubuffet reinterpreta la belleza clásica en el Guggenheim de Bilbao

El Museo Guggenheim Bilbao expone desde este jueves una muestra de obras del artista francés Jean Dubuffet, uno de los más destacados de la segunda mitad del siglo XX por repensar la belleza clásica y acercarla a lo cotidiano.

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El Museo Guggenheim Bilbao ha presentado este jueves "Jean Dubuffet: ferviente celebración", una exposición que examina la carrera del pintor y escultor francés desde sus primeros momentos de creación artística en los cuarenta hasta las últimas series.

La muestra, que supera el medio centenar de obras, procede de los extensos fondos del artista que posee el museo Guggenheim de Nueva York -que en vida de Dubuffet le dedicó tres exposiciones-, complementados por obras procedentes del Guggenheim de Venecia.

El título, "Ferviente celebración", procede de una frase del autor que define su obra vitalista: "me gustaría que la gente viera mi trabajo como una recuperación de valores desdeñados, como una obra de ferviente celebración".

Dubuffet (Le Havre, 1901, París, 1985) comenzó a estudiar arte con 17 años, pero abandonó la escuela porque la veía alejada del mundo real, aunque siguió vinculado al mundillo artístico. Esos años cultivó una admiración hacia el arte creado por niños, enfermos mentales y espiritistas, que marcó su obra y al que más adelante denominaría "art brut" o arte marginal.

Cuando por fin se decidió a ser artista, con 41 años, en el París ocupado por los nazis, esta concepción del arte, que apuesta por lo cotidiano y es contraria a la belleza clásica, pericia técnica y elevado estatus, se manifestó en sus primeros trabajos, como "Miss Chólera" o "Voluntad de poder", ambas de 1946.

Son dos cuadros con figuras humanas en las que usa materiales simples, con aditivos como la paja, el cemento o la arena, con los que espesa el óleo hasta el empaste. Con ellos pinta en colores terrosos, ocres, con formas reconocibles pero distorsionadas.

Un filosofía que se refleja en su frase "la gente es mucha más bella de lo que se cree. Larga vida a sus verdaderos rostros", y que plasma en sus cabezas deformadas como en "Retrato del soldado Geominne".

A partir de 1961 y ya entrando en los setenta Dubufett realizó su corpus más extenso, el ciclo "Hourloupe", con un fuerte cambio estilístico, abandonando los temas naturales y los colores tenues.

Crea entonces pinturas y esculturas a menudo de color blanco, rojo y azul, con rayas paralelas y celdas entrelazadas, que semejan puzles, como la enorme "Nunc Stanc".

Una apuesta por el color que alcanza su cenit en "El momento propicio" de la serie "Circo de París", en el que figuras semejantes a payasos se entremezclan en una composición inquietante, con una paleta de colores eléctrica y exuberante. "El arte debe hacernos reír y asustarnos un poco, pero jamás aburrirnos", lo definió el artista.

Mientras, en otras series, como en los catorce grabados de "Perfil derecho", continuaba explorando la capacidad expresiva del rostro humano.

Durante la última década de su vida, en los ochenta, Dubuffet vuelve a cambiar de registro y se centra en los mecanismos de la mente. Sus dos últimas series, representadas en la exposición por "Mira G 132" y "Premisa", se caracterizan por marañas de líneas en las que no se reconoce iconografía alguna.

"Premisa" forma parte de los "No lugares", pinturas sobre fondos negros que sugieren un vacío, lleno de potenciales fantasías de existencia, con el que el autor sostiene así hasta el final su pensamiento del arte como liberación, como nuevas posibilidades.

Como ha definido el comisario de la muestra, David Horowitz, Dubuffet "no buscaba un abandono total de las tradiciones, sino más libertad. Quiso nuevos mecanismos, el suelo, caras, cuerpos, que no siguen los mecanismos habituales de la belleza".