Dicho encuentro se lleva a cabo desde 1991 en honor a Francisco Villa, cuya muerte es escenificada en el mismo lugar donde aconteció, señala en su página oficial el Sistema de Información Cultural, de la Secretaría de Cultura federal.
Detalla que como parte de las actividades también se lleva a cabo una cabalgata de la ciudad de Chihuahua a Parral; exposiciones de artes plásticas, espectáculos de música clásica y folclórica, presentaciones editoriales, conferencias y callejoneadas por el Centro Histórico de la ciudad.
Este año, las Jornadas Villistas incluyeron la presentación del libro “Los últimos siete días de mi vida”, de Iván Lópezcampos; la ópera “Elixir de amor”, la proyección de “El libro de la vida” y la callejoneada en la Plazuela Rebsamen, entre otras actividades, según datos difundidos en la redes sociales del encuentro.
Doroteo Arango Arámbula, nombre de pila de Francisco Villa, nació el 5 de julio de 1878 en San Juan del Río, Durango, fue hijo de Agustín Arango y Micaela Arámbula, señala la página “memoriapoliticademexico.org”.
Detalla que Doroteo no tuvo estudios debido a los problemas económicos que enfrentaban sus padres; por lo que desde pequeño trabajó como agricultor y leñador; al morir su padre, se dedicó al comerció.
En 1894 entró como arriero en la hacienda de “Gogojito”, que pertenecía a Agustín López Negrete, lugar del que huyó ya que le disparó al hacendado, quien ultrajó a su hermana; fue seguido por la justicia y se refugió en el monte, según información del portal “buscabiografias.com”.
En su huida conoció a unos bandidos liderados por Ignacio Parra a los cuales se unió y cambió de nombre por Francisco Villa. Se ganó el apreció del pueblo porque gran parte de lo que robaba lo entregaba a los pobres.
Abandonó el grupo de Parra y trabajó en la mina El verde en Hidalgo, después se desempeñó como albañil en Chihuahua y gracias a eso conoció al gobernador Abraham González (1864-1913).
Al iniciar la Revolución Mexicana en 1910 fue parte del ejército de Francisco Ignacio Madero González (1873-1913), para combatir la dictadura de Porfirio Díaz (1830-1915), señala el portal “centaurodelnorte.com”.
En la batalla se hizo notar por su liderazgo y conocimiento sobre estrategias militares, además de conocer muy bien el territorio de Chihuahua, Coahuila y Durango.
En 1912 se negó a ser parte del movimiento de Pascual Orozco Vázquez (1882-1915) contra el gobierno de Francisco I. Madero; por lo que junto al general Maclovio Herrera Cano (1879-1915) tomó Hidalgo del Parral y robaron el Banco Minero.
Ese mismo año fue encarcelado en la Ciudad de México por órdenes de Victoriano Huerta (1850-1916), no obstante escapó y se fue a refugiar a Estados Unidos; en su regreso se le unieron hombres con los cuales formó el ejército revolucionario División del Norte.
Durante los años 1913 y 1914 fue gobernador de Chihuahua, lugar donde bajó el precio de los artículos de primera necesidad, abrió el Instituto Científico y Literario así como 50 escuelas en el estado y restableció los ferrocarriles y líneas telegráficas.
Tomó el estado de Zacatecas y se rebeló a las órdenes de Venustiano Carranza (1859-1920), después, junto a Emiliano Zapata (1879-1919) se enfrentó al general Álvaro Obregón (1880-1928) en Celaya, sin embargo, fueron derrotados.
Su última lucha fue en 1916 al atacar el poblado de Columbus en Nuevo México y provocó la intervención conocida como “punitiva”, de acuerdo con el portal “ biografiasyvidas.com”.
Al finalizar la Revolución Mexicana en 1920, Felipe Adolfo de la Huerta (1881-1955) persuadió al revolucionario con el Rancho de Canutillo en Hidalgo del Parral, Chihuahua, para que abandonara las armas.
Sobre su vida personal, el portal “buscabiografías” señala que Luz Corral fue el gran amor de su vida, aunque no fue el único, y con casi todas sus mujeres, Villa dejó descendencia. A todas sus mujeres les puso casa y mantuvo a todos sus hijos, incluso mandó a algunos a estudiar a Estados Unidos.
El 20 de julio de 1923, Francisco Villa se dirigía a una fiesta familiar en Hidalgo del Parral, Chihuahua, pero fue acribillado junto a su amigo, el coronel Miguel Trujillo dentro de su automóvil.
En febrero de 1926, sus restos fueron profanados y la cabeza del “Centauro del Norte” desapareció. En 1976 sus restos fueron trasladados al Monumento de la Revolución.