Se trata de la avenida Karl-Marx-Allee, en el este, y el barrio Hansaviertel, al oeste de la Puerta de Brandeburgo, dos ejemplos diferentes de planificación urbana que muestran los criterios con los que se reconstruyó la capital a ambos lados del Muro.
El Senado berlinés -como se llama al Gobierno de la ciudad-estado- ha debatido durante años sobre los planes de conseguir esa declaración y que llevan el nombre de "Karl-Marx-Allee e Interbau 1957 - arquitectura y desarrollo urbano del modernismo de posguerra".
Es el segundo intento de conseguir que el Hansaviertel y la Karl-Marx-Allee entren en la Lista del Patrimonio Mundial, ya que la Conferencia de Ministros de Educación regionales rechazó la primera petición al respecto de las autoridades locales, en 2014.
Ahora, los pasos adicionales hacia la Lista del Patrimonio Mundial tomarán alrededor de tres años solo a nivel alemán, por lo que, si se cumplen los estrictos requisitos, los proyectos podrían terminar como propuestas en la Unesco en 2024.
Para esta agencia especializada de las Naciones Unidas los valores universales extraordinarios o la singularidad internacional son decisivos a la hora de incorporar nuevos sitios a la lista de Patrimonio Mundial.
Como testigos arquitectónicos de la Guerra Fría, ambas áreas reflejan la ambición de los sistemas políticos en relación con la construcción representativa en cada lado de la ciudad.
La Karl-Marx-Allee era la calle más conocida de la República Democrática Alemana (RDA). Discurre entre la Strausberger Platz y la Frankfurter Tor y la jalonan bloques de viviendas construidos en el estilo característico de los años 50, también conocido como "palacios para obreros al estilo pastelero" (Arbeiterpaläste im Zuckerbäckerstil).
El Cine Internacional, en el número 33 de la Karl-Marx-Allee, es uno de los ejemplos característicos del urbanismo de la avenida y en él se ha conservado la atmósfera de Berlín del Este. Otro edificio situado junto al cine, declarado monumento nacional, alberga bajo su cúpula de cristal una biblioteca pública y salones de actos.
La avenida se llamaba originalmente Grosse Frankfurter Strasse, pero fue rebautizada como Stalinallee el 21 de diciembre de 1949 (el 70 cumpleaños del dictador soviético, Josef Stalin) y finalmente como Karl-Marx-Allee el 13 de noviembre de 1961.
Tras la reunificación, los edificios de viviendas fueron vendidos a distintos inversores y la mayoría de ellos fueron ampliamente renovados. Hoy estas viviendas gozan de gran popularidad y constituyen por fuera una armónica estampa, que culmina con dos torres coronadas con sendas cúpulas de la Frankfurter Tor.
Karl-Marx-Allee comienza cerca de la torre de televisión en Alexanderplatz, se extiende casi tres kilómetros hasta Friedrichshain y, con 90 metros, es más ancha que los Campos Elíseos de París.
"El último gran bulevar europeo que se construirá", dijo de ella el arquitecto italiano Aldo Rossi.
La política de bloques de la Guerra Fría también se trasladó al campo de la arquitectura y el urbanismo. La gran obra de la avenida Karl-Marx-Allee que organizaba una arteria colosal en Berlín Este, obligó a los dirigentes de la República Federal Alemana (RFA) a contraatacar demostrando la superioridad de su sistema en Berlín Occidental.
Arquitectos estrella de ese momento como los alemanes Walter Gropius y Max Taut o el brasileño Oscar Niemeyer, diseñaron varios edificios como parte de la Exposición Internacional de Construcción de 1957 que tuvo como tema la reconstrucción de este barrio berlinés, devastado tras la II Guerra Mundial.
Así, se creó el barrio visionario de Hansa, entre la línea del ferrocarril urbano Stadtbahn y el parque del Gran Tiergarten, que es completamente moderno en términos de diseño. El nombre del distrito proviene de la asociación de ciudades comerciales que dominó el comercio del norte de Europa en el siglo XIV.
Esta área se caracteriza por sus amplios espacios verdes, avenidas abiertas, parques, pero también espacios comunes en los bloques de edificios.
Además, se encuentran los elementos comunes representativos del movimiento moderno: nuevos materiales, hormigón, acero, vidrio; plantas ortogonales y techos planos y fachadas sobrias dominadas por inmensos ventanales que crean espacios interiores diáfanos y luminosos.
Las propuestas de Berlín se sumarían, de aceptarse por parte de la Unesco, a los 46 lugares que ya son Patrimonio de la Humanidad, entre ellos iglesias y monasterios, castillos y fortalezas, asentamientos prehistóricos, arquitectura moderna, monumentos industriales y biotopos.
Por ahora, en Berlín hay tres: Siedlungen der Berliner Moderne (casas de estilo moderno); Museumsinsel (isla de los museos) y los palacios y parques de Potsdam.